Las Versiones Sobre Melconian
Síntoma de que el mercado ve necesidad de "relanzar" el programa económico 

Síntoma de que el mercado ve necesidad de "relanzar" el programa económico 
19/03/2018 |

El alza de la inflación, así como la volatilidad del dólar y los bonos, fueron interpretados por economistas como señales de desconfianza sobre las proyecciones oficiales. El sector más preocupado por el déficit fiscal pide abandonar el gradualismo y la vuelta de "un ministro fuerte".


Por Fernando Gutierrez

A esta altura, ya pasó a ser un tema secundario si Carlos Melconian va a ser ministro, superministro, presidente del Banco Central, asesor personal de Macri o si apenas se limitará a continuar su raid mediático de autopostulación con su "Plan Perdurar".

La cuestión de fondo es otra: ahora, y a diferencia de otros momentos, los rumores sobre cambios en el equipo económico volvieron a ser verosímiles y a generar nerviosismo en el mercado.

Así lo atestiguan los urgentes llamados -tanto en la City porteña como en Wall Street- a quienes manejan portafolios de inversión por parte de clientes que quieren adoptar posturas defensivas.

Así también lo demuestra el continuo castigo a los bonos de deuda soberana (que siguen cayendo en la plaza secundaria) y la rebeldía del dólar (que vuelve a subir cada vez que el Central deja de intervenir).

Es el caldo de cultivo perfecto para que funcione la usina de rumores. Y, como muestra la historia económica reciente, este estado de inquietud en las empresas, en el mundo financiero y en el ámbito político sólo puede ser indicador de una cosa: la sensación instalada de que el actual modelo económico da señales de agotamiento y sufre una pérdida de confianza.

En consecuencia, se va generando una expectativa de "relanzamiento" que sea capaz de restituir la tranquilidad y estabilizar los indicadores.

En ese marco de nerviosismo, cualquier versión sobre cambios de nombres se torna inmediatamente creíble. Y más si se dan las siguientes condiciones:


1.- Empiezan a atenderse con más atención las críticas de quienes piden un "ministro fuerte".

Tras la salida de Alfonso Prat Gay, parecía impuesto el criterio macrista de "trabajo en equipo" que, en realidad, concebía a los funcionarios como técnicos con poco margen de decisión propia y que siguen lineamientos fijados desde la "mesa chica" de la conducción política.

A medida que los indicadores se tornaron desfavorables y que no se percibió una línea clara para modificar el rumbo, varios veteranos analistas, con influencia en la City y en el ámbito político, empezaron a extrañar los tiempos en los que había una figura protagónica.

Una persona que centralizara las decisiones y coordinara las áreas que hoy funcionan separadas entre sí -hacienda, finanzas, política monetaria, políticas sectoriales productivas-.

2.- Pérdida acelerada de prestigio y credibilidad de Sturzenegger

Hasta fin del año pasado, el titular del Banco Central era visto como una "garantía" de seguridad para la plaza financiera.

Tras el recorte a la autonomía del BCRA provocado en diciembre, no sólo se desdibujó la meta inflacionaria.

El mercado empezó a percibir que la política de tasas e intervención en el circuito cambiario perdían su criterio técnico.

En otras palabras, que tales prácticas son más bien resultado de "bajadas de líneas" políticas.

3.- Descrédito generalizado de las proyecciones del equipo económico

Esto es algo que reconoce el propio Banco Central a la hora de justificar su política de tasas.

De hecho, hoy día existe una amplia brecha entre la meta de inflación y lo que el mercado dice que va a ocurrir.

Si fuese eso sólo, sería lo de menos. Además hay una continua revisión (siempre para peor) de las proyecciones sobre el precio del dólar, la consecución de las metas fiscales y del objetivo del crecimiento del PBI.



4.- Irrumpen autopostulantes para resolver problemas

Son esos nombres capaces de integrar la lista de los clásicos "ministeriables".

Poseen jerarquía técnica, experiencia en la función pública, dotes de buen comunicador, declarada fidelidad al Presidente, suficiente personalidad y ego como para querer asumir el rol de "superministro".

Y que, como si esto fuera poco, tiene el claro diagnóstico de que las cosas van mal.

Paralelamente, despliegan un plan preciso para reencauzar la economía y se autopostulan recurriendo a un intenso "high profile" en los medios de comunicación.

Disparen contra el gradualismo
En su batalla por contestarles a los economistas críticos, el Gobierno se anotó una pequeña victoria.

Fue en el marco de la visita de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, quien elogió la política gradualista de equilibrio fiscal.

Sin embargo, los economistas locales no parecen muy conmovidos. De hecho, el clima de estos días ya dejó de ser el de una crítica amigable sobre cómo mejorar el modelo para enmarcarse en una dura advertencia sobre el camino errado.

Los más escépticos afirman que el gradualismo está agotado. Y que, en el afán de tolerar cierto nivel de inflación para no cortar el crecimiento del PBI, se entró en un escenario en el que no se conseguirá ni lo uno ni lo otro.

Los ejemplos de visiones críticas son cotidianos y sobran. Por caso, Juan Carlos de Pablo indica que jamás fue creíble la meta inflacionaria, ni la anterior de 10% ni la actual de 15%.

"La credibilidad tiene que basarse en cosas plausibles, no es simplemente un enunciado. Cuando uno no sabe lo que va a pasar, más en un país como Argentina, primero se cubre y después hablamos", afirma.

Más duro aun, Aldo Abram, director de la fundación Libertad y Progreso, expresa: "Lamentablemente, la prioridad del Banco Central ya no es cumplir con las metas de inflación".