Política
Macri apuesta a que la economía madure para abril 

Macri apuesta a que la economía madure para abril 
06/03/2017 |

Bancarios, piqueteros, jugadores de fútbol y docentes le pusieron la impronta urticante a la etapa preelectoral. Mauricio Macri viajó a Jujuy a nacionalizar el lanzamiento del ciclo lectivo escolar en compañía de su aliado Gerardo Morales, aunque en la provincia norteña tampoco hayan empezado las clases, al igual que en otros 21 distritos.

Al día siguiente, el Presidente tendrá que procesar una movilización masiva organizada por el nuevo triunvirato de la CGT junto a otras expresiones sindicales y hasta empresarias, más oposición política, con la amenaza de un paro general a la vuelta de la esquina. Pero más que estas inevitables implosiones, el gobierno se encuentra sumido en un fuerte debate interno con la coalición por espacios de poder, prepara una arremetida sobre la Justicia para volcar a su favor las relaciones de fuerzas con los K y espera que las paritarias devuelvan un poco de poder adquisitivo a los trabajadores y se refleje en el consumo, ya que la porción de éste que no crece representa más del 50% del gasto de los hogares. El plazo para la gente común perciba efectivamente una mejoría es mayo, o a más tardar junio, cuando al refuerzo salarial neto de los convenios (descontados los tarifazos) se sume el derrame de la cosecha, que se sentirá en el interior antes que en el área metropolitana. Como la sensación térmica del consumo impulsará en más o en menos el fiel de la balanza oficialista, determinará qué hacer con la conducción ejecutiva del gobierno. Macri dirá.

 

Macri apuesta a que la economía madure para abril o mayo, como las cerezasMacri, junto a la nueva cara de la economía argentina, Nicolás Dujovne.
La gacetilla de prensa oficial distribuida por Presidencia de la Nación a mediodía del domingo 05/03 rezaba: “El presidente Mauricio Macri encabezará mañana el acto central de inicio del ciclo lectivo 2017, que se realizará en una escuela ubicada en la localidad de Volcán, en la provincia de Jujuy”.

Precisaba: “El acto se desarrollará a partir de las 10 en la escuela primaria N° 17 “25 de Mayo”, situada en Rivadavia 352 de esta población jujeña que el pasado 10 de enero sufrió las consecuencias de un devastador alud”.

El gobernador jujeño, Gerardo Morales de la UCR, justificó la elección de ese establecimiento de la golpeada y pujante Volcán, localidad que hoy simboliza la determinación, el espíritu de superación y la fortaleza de los coterráneos determinados a afrontar y dejar atrás las adversidades, con el argumento de que "ni las tragedias impedirán que sigamos haciendo lo que debemos hacer".

Y aunque acto seguido dictó la conciliación obligatoria, ADEP (docentes primarios) y CEDEMS (docentes secundarios y terciarios) no sólo la acataron en un congreso conjunto, sino que aprobaron solicitar la renuncia del propio gobernador y de la ministra de Educación, Isolda Calsina.

En resumidas cuentas, el ciclo lectivo 2017 no comenzó con normalidad en Jujuy, la provincia escogida por Mauricio Macri para el acto central del comienzo de las clases. Fue más que simbólica la falencia.

Salvo en 2 distritos, como Santiago del Estero y San Luis, el resto del país estuvo plegado al paro nacional y sólo quedaba por evaluar el nivel de acatamiento. Inclusive en Misiones y Tucumán sí hubo acuerdo, pero igual los gremios se sumaron al paro.

El inventario que hace Clarín, tomando como base los últimos datos del Ministerio de Educación, indica que en la Argentina hay más de 12,5 millones de alumnos de todos los niveles. Más de 9 millones van a establecimientos públicos, donde trabajan unos 748 mil docentes y auxiliares.

Esta vez, en la educación, la sangre llegó al río. El año pasado también había habido aprestos conflictivos, pero Buenos Aires y otras 16 provincias empezaron a tiempo y sólo hubo paro en 7. Y en los 8 años entre los 2 períodos de Macri y el 1ro de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires hubo acuerdo con los 17 gremios.

En la provincia de Buenos Aires, donde se concentra más del 37% del alumnado del país, se dio el caso insólito de que los funcionarios de María Eugenia Vidal notificaron a los gremios docentes sobre una conciliación obligatoria y los convocó a una audiencia para el 8 de marzo, pero Roberto Baradel se burló aclarando no había paro (ya que era nacional) y, por lo tanto, quedaba invalidada la medida administrativa provincial.

Infructuosamente, la gobernación intentó destrabar el conflicto hasta el viernes pasado mediante una suma no remunerativa de $800 para los salarios más bajos que los gremios rechazaron.

Explicó el el columnista de Clarín, Eduardo van der Kooy, en su comentario dominical, los límites de María Eugenia Vidal para levantar la puntería. “El Estado bonaerense dedica casi el 24% de su presupuesto al salario de los docentes. La mitad para cumplir con el abundante lote de empleados públicos. Cada punto de aumento por encima de la oferta inicial (18% con cláusula gatillo) implica para las arcas de la gobernación una erogación extra de $1.000 millones. De satisfacer la demanda sindical (35%) aquellas cifras escalarían a casi $16.000 millones”, señaló.

En el endurecido diferendo intercedió la Iglesia Católica Apostólica Romana y pidió a las partes, a través del presidente de la comisión de Educación del Episcopado y arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, que flexibilicen su posición y se evite una escalada que multiplique los paros. Instó a las autoridades a “dar lo que más se pueda” y a los gremios docentes, a “ceder un poco en sus reclamos".

La explosiva combinación de violencia en las declaraciones y ausencia de diálogo preocupa más allá del obispado local, en contacto permanente con el Vaticano.

El movimiento obrero organizado, en todas sus variantes, no deberá esperar mucho tiempo su turno luego de la demostración docente. Será en la marcha convocada para el día siguiente, martes 7 de marzo, que acompañarán fuerzas políticas opositoras y algunas empresarias, como la CAME de Osvaldo Cornide. Rechazada la participación de La Cámpora por parte del multirrubro sindical, el Frente Renovador de Sergio Massa será la cara política sobresaliente.

Todavía no se sabe si movilizarán 100 mil o 500 mil almas, pero uno de los tres jefes de la Confederación General del Trabajo, Héctor Daer, ya habla de la posibilidad de un paro general, supeditada a si son escuchados los reclamos de la movilización. “Que no haya paro depende de que el Gobierno cambie el rumbo económico", afirmó el dirigente gremial en diálogo con radio Mitre.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, salió a responder que no había ninguna razón para una medida de fuerza, encerrándose en su recurrente latiguillo de que “acá no pasa nada”. La Casa Rosada eligió el camino de victimizarse, sobre todo mirando hacia el kirchnerismo, por maniobras de "desestabilización política" a través de la agitación de la conflictividad social, del paro docente, la marcha de la CGT y la ofensiva de un grupo de fiscales que responden a la procuradora Alejandra Gils Carbó, a los que acusa de imputar al Presidente y sus ministros con denuncias "falsas".

#Marzo y abril, meses de implosiones

La mesa chica de la estrategia electoral, en una de cuyas cabeceras se sienta el ecuatoriano Jaime Durán Barba, sacó la conclusión de que, se haga lo que se haga, marzo y abril serán meses condenados a implosiones en la comunidad política y gremial: por el armado de las grillas electorales en los distritos y porque se vienen las paritarias, que se extenderán hasta junio. La docente es apenas un aperitivo que se circunscribe al sector público.

Como Cambiemos no escapa de este proceso de ajuste de la política, ya bastante entretenidas estarán sus cabezas en definir las candidaturas y renovar los acuerdos.

Las expectativas de participación de la UCR en la coalición, pero principalmente de Lilita Carrió, han crecido proporcionalmente a los traspiés del Pro en la gestión de gobierno de estos 15 meses, sobre todo a nivel nacional, y ya no se conforman con lo que les tiren. Siguen atentamente la experiencia de Martín Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires y creen que podría repetirse, llegado el caso, en la provincia si no conforman a Lilita Carrió. El candidato interno a enfrentar, que cuenta con el apoyo de María Eugenia Vidal y del propio Durán Barba, sería Jorge Macri, a quien directamente tildó de delincuente. Afuera la esperan Cristina Fernández de Kirchner, o quien ella bendiga, por el FpV; Florencio Randazzo-Julián Domínguez (como alternativa frentista) y, en términos turfísticos, la “sorpresa” que viene por los palos, Sergio Massa, si confirma su presencia.

La apuesta de los estrategas oficialistas es a que la economía empiece a dar señales de vida, llegado mayo, como pronostican (o desean) los especialistas, lo cual produciría a los ojos del ciudadano común un desgaste en la oposición como consecuencia del abigarrado fixture de las protestas precedentes.

Porque puede dudarse de la enfática declaración del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sobre el fin de la recesión, pero cuando sale la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) a decir que la recaudación por los impuestos vinculados al consumo ascendió con fuerza en febrero, es otro el cantar: el IVA aportó 41,5% más que el año pasado y el de los créditos y débitos, 45,4%, contra una suba general de los precios del IPC Congreso en enero del 37,7%.

Management & Fit entregó a Clarín un reporte de los principales indicadores correspondientes a la última semana de febrero, en el que aparece que “el optimismo económico sube 0,7 puntos, impulsado por la mejora en las expectativas”.

Y precisamente surge que “las variables con mayor mejora han sido aquellas relacionadas con la percepción de la evolución de precios pasada y a futuro", según explicó Juan Pablo Hedo, de la consultora.

Y cruza un dato que va por la contraria: “El problema empieza a evidenciarse en relación a la percepción de ingresos, la cual cayó 1,6 puntos en una semana", destacó.

La dicotomía de que la población se sienta más pobre en su capacidad de gasto, pero a la vez más optimista en cuanto a la inflación, se convierte de hecho en un punto de partida de la política de ingresos, pero en el capítulo del consumo en general.

De las negociaciones de las primeras paritarias dependerá el poder adquisitivo de la masa asalariada, que podría volcarse a la reactivación del consumo en este 2017 o disparar más inflación, si es que las tarifas y los precios interactúan como costo empresarial y se trasladan a los precios sin importan si paran o no la rueda.

Los economistas “independientes” son optimistas y confían en que los salarios le ganarán este año a la inflación por hasta 4 puntos porcentuales.

“El consumo estimamos que crecerá 3%, mientras que el PBI avanzará en la misma línea, un 3,5%”, calculó Juan Pablo Ronderos, gerente Desarrollo de Clientes y Adquisiciones de ABECEB.

Fausto Spotorno, economista de Orlando Ferreres, dijo que “es probable que el consumo registre un repunte a medida que los gremios comiencen a cerrar las paritarias. Esperamos que el salario se recupere entre 3 y 4 puntos sobre la inflación”. En este sentido agregó: “Creemos que el consumo aumentará entre 3% y 4%”.

"Por el momento, en el sector privado, la sensación es que las paritarias van a cerrar alrededor del 22%. Sin embargo, en este caso influye mucho la realidad de cada sector de la economía y las posibilidades para otorgar aumentos”, agrega.

El tipo de cambio no asoma este año como variable en juego en el marco de estos reacomodamientos, salvo que el atraso convierta en realidad la profecía de las Pymes y se concrete la temida invasión de mano de obra extranjera por la Aduana, afectando empleos. O que ponga al gobierno de cara a una devaluación.

El ministro de la Producción, Francisco Cabrera, ya replicó las declaraciones apocalípticas de Cornide afirmando que "las importaciones bajaron en 2016 un 7% respecto de 2015", el fin del mandato kirchnerista, y que "las exportaciones crecieron 1,7%", según el INdEC. Además, señaló que hubo un crecimiento neto de 80 mil empleos y estimó que en el primer trimestre de 2017 habrá un crecimiento del PBI del 0,5 a 0,7%.

Las proyecciones estadísticas sirven a los que habitan en la exclusiva galaxia de la macroeconomía y fantasea con los derrames de actividad económica, pero no están al alcance del electorado, que según la familia de que se trate y el tipo de bien o servicio que se vea, tendrá reflejado los indicadores del consumo en su heladera y en su capacidad de gastar.

La experiencia inmediata demuestra que “a la hora de racionalizar el consumo, las familias priorizaron los bienes de mayor necesidad” y que “en bienes durables hubo comportamientos totalmente opuestos: por un lado, las ventas de productos de electrodomésticos estuvieron entre las que más cayeron y, por el otro, el patentamiento de automóviles fue uno de los pocos rubros que mostraron un incremento durante 2016”, según explican en la consultora Ecolatina.

Ronderos sostiene que “los patrones de consumo cambiaron. Hubo mucha tracción hacia las segundas marcas y, además, a comercios cercanos, dejando de lado la compra en los hipermercados. En este contexto, los que acomoden con mayor rapidez su estrategia de ventas les irá mejor”.

Belén Rubio, economista de la Fundación Capital que preside Martín Redrado, tiende un puente entre la macro y la microeconomía, al vincular porcentualmente el consumo con el PBI: representa cerca del 70%. “Sin las paritarias cerradas, la dinámica del mayor componente de la actividad luce por ahora limitado. La recomposición de los salarios sería determinante para el repunte. Los efectos positivos comenzarían a sentirse recién a partir del 2do. trimestre”, sostiene.

Mirando el polo opuesto, el viceministro de Hacienda, Sebastián Galiani, arriba al mismo punto: actualmente las 2 variables más dinámicas del PBI son las exportaciones e inversiones, pero ambos componentes impactan menos que el consumo en el crecimiento del PBI”.

#El ayer, hoy y mañana de los números

Marcos Peña y su triunvirato de Ceos, más que ir a Capilla del Señor a tratar candidaturas con Lilita Carrió, tendrían que dedicarse a leer algo más que los títulos complacientes o solazarse con los omitidos de la prensa aliada si de justificar en qué invierten la pauta publicitaria se trata.

En ese sentido, un artículo publicado por Ezequiel Burgo de Clarín explica mejor que los mil números en filminas que expone Dujovne por qué la calle aún no siente la recuperación de la economía, concediendo que la hubiera.

“El PBI crece más lento que a la salida de la recesión de 2014, el consumo da desparejo y el repunte vendrá desde el interior a las grandes ciudades cerca de mitad de año”, es la tesis que desarrolla la nota para la cual consultó a distintos expertos sobre el crecimiento de 4% anual que el Gobierno anuncia.

Detectó que la mayoría de los especialistas todavía no perciben el final de la recesión aun cuando califican de alentadores los últimos datos como el EMAE y EMI.

Apela a una interesante teoría de Daniel Heymann, economista y profesor de la Universidad de Buenos Aires, de que las memorias quedan más marcadas por los inicios de una recesión que por los de una recuperación. Pone como ejemplo que la recesión de 2014 o de 2009 se asocian a la devaluación de Kicillof o la caída de Lehman Brothers. Y se pregunta: “¿Pero cuál es el evento que marcó la recuperación luego de esas caídas?”.

El ex secretario de Industria y director de Abeceb, Dante Sica, advierte que el aumento de tarifas modificó el ingreso disponible de las familias, mientras Miguel Bein sostiene que “el público va a percibir la macro cuando tenga plata nueva en el bolsillo”.

Un especialista en consumo como el director de la consultora W, Guillermo Oliveto, afirma que “la incipiente recuperación todavía no se 'siente en la calle' porque aún es muy parcial y todavía no llegó a sectores que son muy icónicos y representativos del consumo cotidiano”.

Divide el comportamiento del consumo en tres grandes grupos: los que crecen (autos, motos, inmuebles), los que caen menos que antes (electrodomésticos e indumentaria) y los que siguen descendiendo (alimentos, bebidas).

“El consumo masivo de alimentos, bebidas, cosmética y limpieza, que se lleva más del 30% del gasto de los hogares en promedio y cerca del 50% del gasto en los sectores de clase baja, se contrajo en enero 4,5% medido en cantidades”, precisa.

Sobre la evolución del agro como motor de desarrollo de la que hizo hincapié Macri en el discurso de apertura de sesiones ordinarias que se genera desde el interior hacia los centros urbanos, la ciudadanía escucha con la misma impasibilidad de las vacas que ven pasar el tren. La razón es que la macroeconomía tarda 3 meses en registrar, como lo demuestra un reciente trabajo del economista del IERAL-Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón, invocado por el colega Burgo.

Lo desgrana en un calendario: “Los cultivos de verano hacen su pico de cosecha en los meses de abril-mayo, por lo que recién hacia fines del 1er. semestre, comienzos del 2do., cabría esperar que empiece a sentirse el impulso comprador del sector”, estima.

Y la música que quieren escuchar en el gobierno la toca Fernando Marengo, del estudio Arriazu, quien dice que a medida que se consolide la recuperación de los sectores que recibieron un shock del gobierno y ya están en proceso ascendente, como agricultura, energía y comunicaciones, al cual se le sumaría un fuerte plan de infraestructura, “el sentimiento irá avanzando sobre otros sectores de la población. Imagino que promediando o hacia fines del 2do. trimestre debería sentirse de manera amplia”.

Estaríamos hablando de junio, un par de meses antes que las PASO y otro par de las legislativas. Ese será el momento en el que comprobará Macri si los dioses están a favor o en contra. Y, en esta última opción, decidir si hará sacrificios de gestionadores en la hoguera.