Política
Se cumple la profecía de Cristina 

Se cumple la profecía de Cristina 
28/08/2015 |

La soja cotizando en sus máximos, la relación dólar-peso en un nivel ventajoso, productos nacionales copando las góndolas en el exterior. Todas buenas noticias para un Gobierno que recién asume, como sucedió en el primer mandato K. El problema es que la próxima gestión recibirá "todo al revés".

 

 

Temas: exportaciones, Banco Central, tipo de cambio, real, Brasil, Cristina Kirchner, holdouts, dolares, divisas
"Creo que es importante entender cómo ha funcionado este modelo. Porque no estamos hablando de una experiencia de un mes, de dos meses o de tres años. Yo me acuerdo de Néstor, que decían que todo lo que hizo fue porque tenía viento de cola. Bueno, a mí me agarró el viento con la cola, bien para mi cola y algunos han empujado un poquito también", afirmó Cristina Kirchner durante su última alocución en la Bolsa de Comercio, haciendo alusión a quienes, sin éxito, pretendieron desestabilizarla.
Más allá de sus interpretaciones, si hubo un período de la historia en el que la Argentina se vio beneficiada por un boom de commodities agrícolas y por el salto del comercio internacional -protagonizado por China y otras economías asiáticas- ése fue el que se extendió a partir del año 2003, justamente en tiempos en que arrancaba la era kirchnerista.
Sólo de la mano de la "súper soja", la administración K pudo avanzar con su estrategia de expansión del gasto público, que incluyó una abultada y creciente "factura" en concepto de subsidios.
No sólo eso: el Gobierno también se benefició de un largo período de monedas revaluadas frente al dólar, lo que permitió tapar el continuo deterioro de la competitividad cambiaria local.
Sin embargo, hoy el kirchnerismo cierra una etapa contradiciendo el espíritu en el que basó, durante más de una década, su propio "relato".
Se quedó sin dólares para "bancar" el proceso de industrialización, pone en "primera fila" a turistas y ahorristas a la hora de repartir divisas, relegando al sector productivo, y castiga a las economías regionales con un fenomenal atraso cambiario en pos de sostener el consumo.
Para Dante Sica, director de Abeceb, la famosa "herencia" que recibirá el próximo presidente, es extensa y pesada: un elevado déficit fiscal, una inflación que sigue en zona de riesgo a pesar de la recesión, la falta de inversiones, las dificultades para desarmar el cepo cambiario y la necesidad de reordenar todos los servicios públicos, son algunas de las tantas variables a resolver.
Para agravar el panorama, el contexto mundial cambió notoriamente. Todo ese impulso que recibió durante más de diez años el kirchnerismo, toda esa bonanza internacional en la que apoyó su política expansiva del gasto público, se esfumó.
Nueva era: sopla fuerte el "viento de frente"
“Hay que olvidarse del viento de cola. Se vienen años en los que los dólares ingresarán más despacio y será necesario hacer grandes mejoras de competitividad para aumentar las exportaciones y lograr financiamiento para crecer", fue el duro diagnóstico de Sica.
En tanto, para el analista Enrique Szewach "la próxima administración tiene un desafío muy complicado. El kirchnerismo deja múltiples frentes de conflictos abiertos. La economía enfrenta problemas de competitividad, hay una multimillonaria deuda pendiente con importadores y existen compromisos que habrá que saldar el año próximo, empezando por los swaps con China. Todo esto, con el agravante de que el Banco Central se está vaciando de reservas líquidas”.
El máximo desafío para el próximo Gobierno, en definitiva, será cómo manejar la escasez de dólares y cómo procurar que entren más divisas.
El problema es que, a diferencia del contexto internacional que predominó durante buena parte de la era kirchnerista, quien asuma el Poder Ejecutivo se encontrará con un panorama a mediano plazo totalmente desfavorable.
“La futura administración deberá lidiar con un fuerte viento soplando en contra. Por eso, a partir de 2016 el sector externo va a marcarle el pulso a la nueva administración. Cuántos dólares consiga, tanto por la vía financiera como por el canal comercial, definirá el nivel de ajuste que deberá realizar y en qué plazos”, afirmó Szewach.
Al trazar la “hoja de ruta” comercial y financiera de cara al año próximo, existen al menos cinco factores que le marcarán la cancha al próximo Gobierno y que acotarán el margen de maniobra:
1. Guerra de monedas y atraso cambiario
Sin dudas, uno de los mayores problemas a los que se enfrentará la próxima administración será el de hacer frente a la “guerra de monedas” que se desató a nivel global.
El problema es que el dólar quedó barato en el plano doméstico, en un contexto en el que la inflación corre a una tasa superior que el tipo de cambio. Y, a nivel internacional, las divisas de los países con los que comercia la Argentina se han debilitado considerablemente.
Según Gustavo Reyes, economista del IERAL, esta tendencia se consolidó por las turbulencias en China y Grecia, a lo que se suman las “renovadas y crecientes especulaciones de que la Reserva Federal de EE.UU. aumentará las tasas de interés de corto plazo, lo que generará una fuerte salida de capitales de la region".
De profundizarse el atraso cambiario, el próximo presidente deberá lidiar con economías regionales ahogadas por la falta de competitividad e industrias estancadas, con niveles de exportación en franco retroceso, como sucede con la automotriz.
De hecho, hoy en día en la Argentina un peso "vale" más que un dólar. Si se observa el tipo de cambio real con respecto al billete verde (es decir, descontando inflación), la cotización actual es de $0,93, la peor relación en más de quince años (ver cuadro).

No sólo eso: según la consultora Ledesma, si se toma como base el año 1998, entonces el tipo de cambio con respecto a la moneda brasileña arroja una relación de $0,76 por real, el nivel más desventajoso para la Argentina desde antes de la crisis de 2001.

Desde Economía & Regiones advierten que “actualmente, la Argentina se encarece con respecto a Brasil, porque nuestro principal socio comercial devalúa, a la vez que nosotros nos encarecemos en dólares. Es decir, se trata de dos fenómenos separados, pero que se potencian y forman un cóctel muy negativo”.
Una de las consecuencias, alertan, es que “se complicará aun más la competitividad de nuestros ya castigados sectores exportadores que comercian con ese país, a la vez que quita protección a nuestra industria local”.

Frente a este panorama, desde Finsoport alertan que, de no corregirse el atraso cambiario, peligrarán negocios sólo en Brasil por más de u$s2.500 millones anuales.
2. Soja: el precio más bajo en una década
Para los analistas, hay una realidad: el próximo Gobierno no podrá ni siquiera ilusionarse con gozar de precios fuertes de commodities como los que se dieron durante gran parte de la era K.
El elevado nivel de stocks a nivel mundial, la expectativa de un dólar cada vez más fuerte en el mundo –que ejerce una presión a la baja sobre la cotización de las materias primas- y la crisis china están generando un cóctel para que los precios de los granos se desplomen.
De hecho, el Bloomberg Commodity Index -que incluye oro, maíz, soja, hierro y cobre, entre otros productos- cayó casi un 11% en lo que va de año, alcanzando el nivel más bajo de los últimos 13.
En cuanto a la soja, las expectativas no son alentadoras: la futura administración deberá hacer frente a una oleaginosa con una cotización estimada de u$s325 por tonelada, el nivel más bajo en casi una década y un 40% menor al récord de 2012 -del que pudo gozar Cristina-, cuando promedió los u$s540 (ver cuadro), con picos de u$s650.

Desde E&R advirtieron que “todo está dado para que los precios de la soja desciendan”, lo que enfrentará a la nueva administración con “una oleaginosa que tendrá menos capacidad para movilizar el PBI, financiar los desequilibrios de la balanza de pagos o costear el gasto público”.
La advertencia de la consultora es que cada tonelada exportada de soja “alcanzará menos” para “bancar” el gasto público, que incluye a los sueldos estatales. Así, la relación entre el valor de la cosecha y el PBI pasaría de un 3,6% al 2,6% en 2016 (ver cuadro).

3. El mundo demandará menos productos argentinos
Así como el próximo Gobierno no disfrutará de los “súper precios”, también deberá acostumbrarse a un mundo mucho menos dinámico, que se traducirá en una demanda de productos argentinos con tendencia a la baja.
Para la Consultora Ledesma, 2015 cerrará con exportaciones por u$s60.000 millones, el peor nivel en seis años. Y el contexto indica que 2016 podría ser igual de negativo.
Desde Fundación Mediterránea, el economista Patricio Vimberg señaló que “el comercio mundial no está logrando volver al ritmo previo a la crisis de 2008, fenómeno acentuado por la apreciación del dólar en el mundo”.
El experto hace especial hincapié en que China, una suerte de “árbitro” en el mercado mundial de granos, “se está desacelerando, junto con otras economías emergentes”, a lo que se suma “una Eurozona que funciona como lastre, o casos como el de Grecia, que generan escenarios de alta incertidumbre” y que están lejos de resolverse.
Los ojos también están situados en Brasil, envuelto en una crisis económica preocupante, que se profundiza por el escándalo político que atraviesa Dilma Rousseff.
Lo que suceda con el país vecino será de suma importancia, dado que 7 de cada 10 dólares que se colocan en ese mercado son manufacturas industriales argentinas.
De acuerdo con Abeceb, “Brasil está mostrando cifras récord pero en términos negativos, con una economía que en 2015 marcará su peor performance en más de veinte años”. De cara al 2016, nadie prevé mejoras: "Se viene un escenario de estancamiento económico”, acotaron.
¿La consecuencia? Según Sica, “el país vecino reducirá aun más la demanda de productos argentinos y eso impactará en la industria, fundamentalmente en el sector automotriz”.
4. Habrá que elegir: represalias o abrir importaciones
La caída en los precios externos, junto con la desaceleración en el crecimiento de China, no son los únicos problemas con los que deberá lidiar la futura administración.
El otro gran inconveniente es que el mismo día que asuman las nuevas autoridades, se encontrarán con que deberán atender el fallo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que obliga al Gobierno argentino a eliminar el sistema de Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI) a partir de 2016.
Se trata de la última gran "barrera de contención" para la pérdida de reservas.
De hecho, tal como anticipara iProfesional, hay demoradas importaciones por u$s6.000 millones, a lo que se suma una deuda de u$s8.500 millones por parte del BCRA por operaciones ya realizadas y que nunca fueron canceladas (ver nota: La "billetera" no aguanta: el BCRA pisa importaciones por u$s14.000 millones).
Así las cosas, el próximo Gobierno se enfrentará a un dilema:
• Si cumple con el fallo y flexibiliza la entrada de productos, correrá serios riesgos, dado que el atraso cambiario empeorará aun más las cuentas externas, lo que llevaría –según el IERAL- a que la Argentina pueda sufrir el primer saldo comercial negativo desde los años ´90.
• En caso de no cumplir, para el analista Marcelo Elizondo, entonces “se enfrentará al riesgo de que la Unión Europea, Estados Unidos y Japón le apliquen represalias por hasta u$s6.000 millones anuales”.
5. Los holdouts, en compás de espera
Desde la consultora Economía & Regiones son claros: si el próximo Gobierno pretende demorar cualquier ajuste, “entonces necesitará más dólares”.
El problema no es tanto el “cuánto” sino el “cómo”, debido a las restricciones que imponen los fondos buitres.
Sin acuerdo, “sería complicado para la próxima administración tener el financiamiento necesario para seguir ofreciendo dólar ahorro sin que las reservas caigan”, advirtieron desde la consultora.
El agravante es un reciente fallo del juez Griesa, quien en julio avaló el reclamo de los “me too”, permitiéndoles ser incluidos en el litigio entre Argentina y los holdouts, que reclaman una deuda total que asciende a los u$s23.000 millones, considerando capital, intereses y punitorios.
Para el ex secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, dicho fallo aleja aun más la opción de crédito barato y hace que la deuda pase a tener un peso mucho más preponderante en la agenda del próximoGobierno.
Para el economista Nicolás Dujovne, la nueva administración estará muy limitada en caso de no avanzar con una negociación, dado que se encontrará con un Banco Central con reservas líquidas por menos deu$s12.000 millones.
“Asumiendo que el futuro Gobierno deseara evitar una nueva caída de estas tenencias, el financiamientoque necesitaría en 2016 para evitar el ajuste fiscal debería ser del orden de los u$s15.000 millones”, acotó el experto.
Sin embargo, para Jorge Vasconcelos, ese monto “mínimo y necesario” apenas alcanzará para “aguantar”, algo que considera “desaconsejable, porque implicará restringir aun más las importaciones y profundizar la recesión”.
“Sería otro mal año y con implicancias más fuertes en el mercado laboral. Si no hay más despidos es porque la expectativa está puesta en 2016. Y si no hay cambios positivos, entonces ahí sí se pagará con menos empleo”, acota.
Dujovne coincide: sin acceso a los mercados internacionales de crédito y aun consiguiendo más “dólares chinos”, será “imposible que la economía se expanda”.
En tanto, para Sica, será “difícil pensar en salir del estancamiento sin solucionar el problema con losholdouts. El acceso a los mercados voluntarios es prioritario para hacerse de dólares que permitan volver a crecer. Por eso, sea quien fuere el que gane en octubre, tarde o temprano, deberá llegar a un acuerdo".
Debido a todos estos factores, para Szewach “está claro que se acabó la fiesta, no hay más viento de cola. Esas ráfagas que durante más de una década ayudaron a impulsar la economía ya no soplan más. Ahora directamente tenemos viento de frente”.
“Dependerá de la pericia del próximo Gobierno conseguir dólares y, según cómo avance el contexto internacional, habrá un mayor o menor grado de maniobra para quien suceda a Cristina Kirchner. El desafío no será fácil”, concluyó Szewach.