Política
La conspiración contra Doña Rosa

La conspiración contra Doña Rosa
27/07/2015 |

Resulta tonto, y también perverso, el proceso de condicionamiento de los próximos gobernantes a través de un tramposo mecanismo de construcción de opinión pública. La dictadura de los encuestadores, con la complicidad de los periodistas, puede terminar derrumbando a la Argentina que viene.

POR EDGAR MAINHARD
"(...) se les está exigiendo a Doña Rosa y/o Don José que opinen al respecto cuando ni siquiera los economistas, y menos los líderes políticos, tienen opiniones más o menos concretas al respecto. Luego, las conclusiones de Doña Rosa y/o Don José son presentadas a los economistas y a los líderes políticos que buscan sufragios, como conclusiones a tener en cuenta. Es evidente que hay una conspiración contra Doña Rosa y/o Don José: se les quiere hacer responsables de lo que suceda más adelante, en especial si hay que buscar culpables. (...)".

Es ridículo preguntarles a Doña Rosa y/o Don José acerca de continuidad o cambio porque es evidente que la macroeconomía se encuentra en problemas profundos. Y serán necesarios algunos cambios si la sociedad elige abandonar la estanflación. En todo caso habría que preguntarle a Doña Rosa y/o Don José si quiere que la estanflación continúe igual o resulte menor o mayor, y la respuesta conlleva su opinión sobre continuidad vs. cambio.

Por ejemplo, la economía argentina tiene menos dólares estadounidenses de los necesita para recuperar niveles de actividad apropiados. Y la continuidad sólo garantiza que continúe la escasez de dólares. Algo habrá que cambiar para intentar obtener más dólares porque la Argentina puede funcionar sin pesos pero no sin dólares (una paradoja, por cierto). ¿Qué saben Doña Rosa y/o Don José sobre precios relativos, competitividad, términos del intercambio y balanza de pagos? Sin embargo, si a Doña Rosa y/o Don José se le preguntara sobre el cepo cambiario y si prefiere que lo levanten o que permanezcan las restricciones, podría expresar una opinión que ayudará a comprender su posición sobre la continuidad o el cambio.

Otro caso: la economía argentina requiere una mayor inversión directa privada porque, de lo contrario, no habrá nuevo empleo privado. ¿Habrá continuidad o cambio? Preguntando qué opina sobre las oportunidades de trabajo se llegaría a conclusiones más interesantes que una disyuntiva ridícula que conduce a conclusiones erradas con las que se intenta presionar por igual a quien resulte el nuevo Presidente de la Nación.

Otro caso: el Banco Central está financiando al Tesoro Nacional pese a la presión tributaria récord vigente. Esa financiación consiste en una supermillonaria emisión de pesos sin respaldo alguno. ¿Continuidad o cambio? ¿Se subirá otro escalón en la inflación o se elegirá descender alguno? Cualquiera sea la decisión, tendrá consecuencias. ¿Qué sabe de eso Doña Rosa y/o Don José?

Por lo tanto es abstracta la pregunta sobre continuidad o cambio. Esto conduce a la pregunta sobre gradualismo vs. shock.

Entonces, los investigadores de opinión pública han decidido consultar al respecto al universo que encuestan sin reparar en preguntarse: ¿Qué capacidad tienen Doña Rosa y Don José para fundamentar su preferencia? Sin embargo, se les solicita que opinen tal como si fuese una cuestión de preferencias de color (¿Azul o Rojo?) o de club de fútbol (¿River Plate o Boca Juniors?).

¿Cuál es el conocimiento de Doña Rosa y Don José sobre el cambio posible? (tanto gradualismo como shock son preguntas acerca de un cambio, no de una continuidad. Pero se está presentando el gradualismo tal como si fuese una continuidad).

Luego, con el resultado a mano (Gradualismo, obvio. A casi todos les provoca tirria el cambio, en especial cuando se ignora en qué consiste y hacia dónde lleva), presentan sus estadísticas para que contribuyan a condicionar la coyuntura preelectoral. En definitiva, el asunto ayuda a reforzar al oficialismo, cuando es una conclusión errada ante la incompetencia de los opositores para desatar o cortar semejante nudo gordiano.

Así, sobre yerro sobre yerro se construyen los estudios de opinión pública en la Argentina 2015, intentando condicionar las preferencias del elector.

Antes de continuar con estas banalidades habría que recordar, por ejemplo, que en la Argentina ocurrieron procesos de shock muy populares. Por ejemplo, las reformas de signo monetario conocidas como Plan Austral y Plan de Convertibilidad. El Austral le ayudó a Raúl Alfonsín a ganar los comicios de 1985 y la Convertibilidad le ayudó a Carlos Menem a ganar hasta su propia reelección, pese a la recesión de aquel 1995 como consecuencia del 'efecto Tequila'.

Y ocurrieron procesos de gradualismo que condujeron a situaciones muy impopulares. Por ejemplo, el que comandó Bernardo Grinspun en 1983 o el que lideró Néstor Rapanelli en 1989 o el de José Luis Machinea en 2000.

En sí mismo, gradualismo o shock es una pregunta tan relativa como la de continuidad o cambio.

Tal como dice Juan Carlos de Pablo, plantear hoy día si se ejecutarán políticas de shocks o graduales resulta peligroso porque quien asuma el 10/12 -cuyo nombre, equipo de gestión y fuerza legislativa aún se desconoce- no cuenta con la información suficiente sobre la herencia recibida. Más bien la intuye pero, además, sabe que lo que haga debe tener resultados positivos 3 trimestres después, cuando comenzará a hablarse de la renovación parlamentaria 2017.

No obstante, se les está exigiendo a Doña Rosa y/o Don José que opinen al respecto cuando ni siquiera los economistas, y menos los líderes políticos, tienen opiniones más o menos concretas al respecto. Luego, las conclusiones de Doña Rosa y/o Don José son presentadas a los economistas y a los líderes políticos que buscan sufragios, como conclusiones a tener en cuenta. Es evidente que hay una conspiración contra Doña Rosa y/o Don José: se les quiere hacer responsables de lo que suceda más adelante, en especial si hay que buscar culpables.

Sin duda resulta una situación tragicómica semejante perversa forma de construir la opinión pública y el futuro de los argentinos. No puede conducir a ningún horizonte benigno. Lo primero que deben hacer los futuros gobernantes es no escuchar conclusiones basadas en la consulta tramposa a Doña Rosa y/o Don José.