Sociedad
 Jajohechapevé, mensajero de alegría y paz

 Jajohechapevé, mensajero de alegría y paz
13/07/2015 |

Con un claro mensaje de reconciliación y en el que llamó a sembrar con el ejemplo de Cristo para que germine la esperanza, el papa Francisco finalizó ayer su visita pastoral a Paraguay. Más un millón de fieles se dieron cita en el predio Ñu Guasu donde se celebró la última misa; a la tarde, Su Santidad se reunió con jóvenes en la Costanera. Ahora comenzó la cuenta regresiva para su visita a la Argentina el año que viene.

 

Rocío de Lourdes Plano
Enviada Especial: Diario Epoca

La gira de Francisco por tres países latinoamericanos terminó ayer en Asunción, luego de tres intensos días de actividades con diferentes sectores de la comunidad paraguaya. La jornada final comenzó muy temprano en un barrio humilde de Asunción denominado Bañado Norte, donde dialogó con los vecinos y visitó la capilla San Juan de esa comunidad.
En una canchita de fútbol lo esperaban casi 20 mil personas, muchos de ellas acamparon en el lugar durante dos días esperando el momento de ver al Santo Padre. Aunque sólo estuvo en el lugar unos quince minutos, la emoción de los fieles fue incontenible. “Vine con mis hijos porque querían que reciban la bendición de nuestro Padre”, dijo un hombre con lágrimas en los ojos.
El Papa de los pobres estuvo siempre cerca de los más humildes. Buscó que todos los sectores de la comunidad fueran escuchados y él mismo respondió inquietudes de quienes participaron por ejemplo, durante la tarde del sábado, en el Estadio León Condou.
Sin embargo, la presencia en Bañado Norte fue especial y allí los pobladores destacaron la cercanía con que el Papa los acompañó; manifestaron también: “Soñamos con una Iglesia paraguaya humilde y comprometida con los pobres”.

“Me acuerdo cuando vino Juan Pablo II. Fue algo así, pero Francisco moviliza mucho más. No sé cómo explicar… me emociona ver que los jóvenes se sienten identificados y están trabajando para esta visita”, declaró un bombero que fue parte de la organización.
“Me acuerdo cuando vino Juan Pablo II. Fue algo así, pero Francisco moviliza mucho más. No sé cómo explicar… me emociona ver que los jóvenes se sienten identificados y están trabajando para esta visita”, declaró un bombero que fue parte de la organización.


Luego de rezar el Padre Nuestro en guaraní, Su Santidad partió rumbo al predio Ñu Guasu, un terreno de 50 hectáreas perteneciente la Fuerza Aérea de Paraguay que fue dividido en 50 manzanas para ordenar el ingreso de los feligreses por diferentes puntos de acceso.
La locura por el Papa hizo que los fieles cumplan con todo tipo de sacrificios, pero sin lugar a dudas, el más costoso fue el de pasar la noche en Ñu Guasu, sobre un terreno fangoso en el que era imposible permanecer con los calzados limpios. Barro, mucho barro. Los días lluviosos que precedieron a la jornada de ayer, que tuvo algunas nubes pero el Sol brillando con 28 ºC de temperatura, dejaron un gran lodazal en todo el predio.
Casi 200 mil personas participaron de la vigilia que se inició a las 19 del sábado y aguantaron en el lugar, a unos 400 metros del altar, hasta el día siguiente a las 9:40 (hora paraguaya) que llegó Francisco a celebrar la última misa en tierra guaraní.
A bordo del papamóvil, Francisco recorrió los 4 kilómetros que separan el ingreso al predio hasta el altar y de fondo se escuchaba el Himno oficial de su visita. “Gracias Santo Padre, mensajero de alegría y paz. Gracias Santo Padre, por bendecir Paraguay”, sonaba en los altoparlantes y miles de banderas se agitaban al viento.
A esa altura, muchas personas debieron ser atendidas en los puestos sanitarios ubicados en diferentes puntos del predio. También había niños perdidos. Pero lo que más se sentía era la algarabía de los presentes que no eran sólo paraguayos, había muchos argentinos, uruguayos, brasileños y chilenos.
La homilía fue breve pero como es su costumbre con un mensaje profundo en el que enseña a compartir y a incluir a todos en nuestras acciones como buenos cristianos. “Tantas veces nos olvidamos que hay un mal que precede a nuestros pecados. Hay una raíz que causa tanto pero tanto daño, que destruye silenciosamente tantas vidas. Hay un mal, que poco a poco, va haciendo nido en nuestro corazón y ‘comiendo’ nuestra vitalidad: la soledad. Soledad que puede tener muchas causas, muchos motivos. Cuánto destruye la vida y cuánto mal nos hace. Nos va apartando de los demás, de Dios, de la comunidad. Nos va encerrando en nosotros mismos. Por eso, lo propio de la Iglesia, de esta madre, no es principalmente gestionar cosas, proyectos, sino aprender a vivir la fraternidad con los demás. Es la fraternidad acogedora el mejor testimonio que Dios es Padre, porque ‘de esto sabrán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman los unos a los otros’ (Jn 13,35).”, dijo en uno de los pasajes más lindos de su homilía.
Mientras tanto, en el campo, la gente lo escuchaba con atención. La emoción de tener un Pontífice latinoamericano es inexplicable. “Estamos acá porque nunca más vamos a tener un Papa que hable en castellano”, dijo una señora con emoción y un bandera con los colores del Vaticano agitando en sus manos.
“Me acuerdo cuando vino Juan Pablo. Fue algo así, pero Francisco moviliza mucho más. No sé cómo explicar… me emociona ver que los jóvenes se sienten identificados y están trabajando para esta visita. No imaginé que haya tantos jóvenes fanáticos del Papa. Eso me llena de esperanza”, dijo un bombero que, aunque no era mayor, hablaba de los jóvenes paraguayos como si él no fuera parte de eso.
Francisco movilizó a Paraguay. Hizo que las calles estén ordenadas y “vivamos tres días de ficción”, tal como remarcó un taxista al explicar que la avenida Mariscal López, la principal arteria de Asunción, “siempre está llena de chicos pidiendo limosnas o indígenas vendiendo sus artesanías. Ahora no hay nadie, pero esto es ficticio. La ciudad por lo general está sucia y con los más necesitados en la calle”, confesó.
Antes de terminar, Francisco repitió lo que siempre: “Les pido por favor que no se olviden de rezar por mi”. Una ovación se levantó desde cada punto del gigantesco predio. Mientras tanto, con ilusión los argentinos, con banderas celestes y blancas en las manos, ya palpitan su visita a la patria que vio nacer al Papa del fin del mundo.