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La historia del "Maracanazo" le pesa a Brasil

La historia del "Maracanazo" le pesa a Brasil
13/06/2014 | ¿Qué pasa si Brasil pierde el Mundial? Las presiones que se le imponen al equipo de fútbol y como juega un contexto de protestas contra la organización del evento internacional y la mirada internacional de los medios. La política también se disputa el futuro de Dilma Rouseff y el peso de no volver a revivir la historia del "maracanazo". La presión es latente y mucha.

 

Tras el primer partido que dio inicio al Mundial este jueves 12/06, el técnico Niko Kovac, aseguró hoy, tras el dudoso resultado que el Mundial de fútbol se convertirá en "un circo" si se señalan penales como el que llevó a la derrota de su equipo ante Brasil en Sao Paulo, y concluyó duramente "Si alguien en el estadio vio que eso fue penal, que levante la mano". De esta manera, los asistentes vivieron el tan ansiado primer partido y no se llevaron la imagen de Brasli que querían.

De esta manera, la primera jornada del Mundial culmina con la indignación de los croatas, pero también con una serie de hechos que empañan a la organización del evento deportivo de carácter internacional.

En primer lugar, las diversas manifestaciones de organizaciones sociales en contra del Mundial continuarán realizando las protestas y hasta tienen cronogramas para realizarlo en los diferentes partidos en las 12 ciudades donde se disputa la Copa del Mundo.

Sin duda alguna, las violentas represalias a los manifestantes por parte del gobierno no solamente han despertado la desaprobación local, sino que diversos medios internacionales se han hecho eco de la noticia.

Sin duda alguna uno de los factores más importantes, es el político. En un año donde se llevarán adelante elecciones, la Presidenta no se encuentra en un momento de gran popularidad e incluso los brasileros en diversas encuestan han revelado que la posibilidad de ganar el campeonato ocultaría las “verdaderas necesidades” que atraviesa Brasil.

A punto de cumplir 50 años del Maracanazo, a Brasil le preocupa la idea de no ser profeta en su tierra y de no estar a la altura de la historia.

La presión es mucha, y eso se convierte en un arma de doble filo, se juegan los desórdenes sociales y huelgas que azotan ahora a Brasil, el futuro político de Dilma Rousseff y esto podría desembocar en un posible conflicto.