Política
En 2013 la soja no reactivará la economía

En 2013 la soja no reactivará la economía
08/04/2013 | El malhumor con la economía es un factor todavía no considerado en las encuestas preelectorales. ¿A quién culparán los electores por sus frustraciones producto de una economía que no se recuperó ni en 2012 ni en 2013? Es un tema fundamental para resolver los comicios por delante, y el futuro político de Cristina Fernández de Kirchner.


"En síntesis, nuestra economía se ha tornado cada vez más dependiente de la soja. Los ingresos provenientes de la oleaginosa son fundamentales para las economías regionales, para el mercado cambiario, para la industria productora, para las necesidades energéticas y para la salud financiera de las cuentas públicas del Gobierno Nacional y de los Gobiernos Subnacionales que vienen en pleno declive." (Fuente Economía & Regiones).
 

Durante meses los economistas gubernamentales y paragubernamentales han prometido que la economía 2013 resultaría mejor que la economía 2012.


Y 2 argumentos utilizaron para fundamentar su promesa/teoría: la recuperación de Brasil y la campaña sojera. Bueno, Brasil no se ha recuperado de acuerdo a las necesidades argentinas. Y en cuanto a la cosecha de la oleginosa... aquí un apunte de la consultora Economía & Regiones (que puede complementarse con el trabajo semanal de Ecolatina acerca de que malas decisiones de política económica han provocado o profundizado la situación negativa):

"(...) El enfriamiento que atraviesa nuestra economía es consecuencia directa de las inconsistencias de política económica que se vienen aplicando desde hace algunos años; y que en lugar de corregirse, se amplifican y se acumulan. Un déficit fiscal creciente que, dada la falta de recursos genuinos, se financia con emisión monetaria presiona sobre el nivel de precios y acelera la inflación, lo que provoca diversos desequilibrios macroeconómicos que terminan afectando al consumo y a la inversión.

La intervención al mercado de divisas y el cepo cambiario son una inconsistencia de política económica adicional que aumentaron exponencialmente varios de los problemas estructurales que ya existían. Para empezar, el cepo cambiario potenció la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Como mencionamos, el incremento de la brecha cambiaria (60% / 70%) genera incertidumbre y arremete contra la inversión, el empleo y el nivel de actividad y además, acelera la inflación, que retroalimenta el círculo vicioso impactando negativamente sobre el nivel de actividad

El mayor ingreso de divisas provenientes de las exportaciones del complejo sojero- absorbido por el Sector Público Nacional- no corrige los problemas de mercado cambiario del sector privado. Por ende, la mejor cosecha y los US$ 4.000 millones adicionales difícilmente puedan estimular significativamente el nivel de actividad.

En este sentido, la estrategia de usar el tipo de cambio (oficial) como ancla nominal, hace que la devaluación sea menor que el aumento de precios y que las exportaciones en general y la soja en particular (medidas en pesos) pierdan importancia con respecto al resto de la variables macroeconómicas, que sí se ajustan con el aumento de precios.

En otras palabras, a medida que la soja pierde peso relativo, se agota su capacidad de generar un rebote significativo del nivel de actividad.

A modo de ejemplo, la participación de las exportaciones de soja en el PBI (nominal) habría pasado de 5% en 2011 a 4% en 20136. A su vez, las exportaciones de soja perderían peso relativo, entre el 2011 y el 2013, si se lo compara con algunas partidas fiscales de la esfera nacional y/o provincial.

En efecto, el peso relativo de la soja en el gasto en salarios del sector público nacional presentaría una caída de casi 30 puntos porcentuales entre el 2013 y 2011; mientras que el ratio soja / jubilaciones se reduciría en 19 pp (puntos porcentuales). A nivel provincial, se destaca la disminución del ratio soja/gasto en personal de 4 pp.

De modo que para sostener los ratios anteriores en los niveles de 2011, las exportaciones del complejo sojero deberían alcanzar unos US$ 28,800 millones ; o un 23% más de dólares respecto del nivel proyectado para este año (US$ 23.500 millones). Dada la inelasticidad que caracteriza a la producción agrícola, el incremento (23%) debería venir vía precios; lo que implicaría un precio promedio de la soja en torno a los US$ 630 / US$ 640 la tonelada.

En síntesis, nuestra economía se ha tornado cada vez más dependiente de la soja. Los ingresos provenientes de la oleaginosa son fundamentales para las economías regionales, para el mercado cambiario, para la industria productora, para las necesidades energéticas y para la salud financiera de las cuentas públicas del Gobierno Nacional y de los Gobiernos Subnacionales que vienen en pleno declive.

Cuando el precio, la producción interna o la demanda mundial de soja se reducen, nuestro país sufre las consecuencias de inmediato. Pero además de esta debilidad, la inflación doméstica y el anclaje del tipo de cambio, hacen que el ingreso de divisas proveniente de la oleaginosa se licúe y pierda importancia relativa."