Política
La Inflasción ausente en el discurso presidencial

La Inflasción ausente en el discurso presidencial
02/03/2013 | La inflación que consume a la sociedad argentina fue ignorada por la Presidente de la Nación durante su extenso discurso ante la Asamblea Legislativa. Probablemente porque desnuda su impotencia, revela su incompetencia para resolver los problemas reales de gestión, expone su fracaso como gobernante, ya que regresa a la Argentina a escenarios de la década del "80.

 

Cristina Fernández de Kirchner decidió omitir cualquier referencia hacia la descomunal batalla socioeconómica por el ingreso a que obliga la inflación que provoca el propio Estado, y que nada está haciendo para menguar. La inflación obliga al falso acuerdo de precios, la inflación conduce al desabastecimiento incipiente, la inflación obliga a más horas de trabajo y ahorros insólitos en las economías familiares. A propósito, algunos apuntes de la consultora Economía & Regiones:
 

 (Economía & Regiones). Todas las mediciones alternativas muestran que hay una aceleración del aumento del nivel general de precios, que tocó un pico de 26.3% interanual en enero 2013. Esta aceleración se percibe no sólo en el incremento de su dato interanual, sino que queda en evidencia cuando se observa que la anualización del último dato mensual (enero 2013) supera sistemáticamente a su media móvil de 3 y 6 meses, respectivamente.

De hecho, la anualización de la inflación del primer mes de este año asciende a 35.8% mientras que su promedio móvil de 3 y 6 meses a 29.8% y 27.2%; todos valores superiores a los de los 6 meses previos.

Durante varios años la inflación “jugó a favor” del gobierno porque aumentó la recaudación y brindó recursos fiscales para estimular la demanda agregada, lo que impulsó el nivel de actividad.

Además, el aumento de la demanda agregada también estuvo promovido desde el sector externo por las mayores exportaciones y por el aumento del empleo derivado de la sustitución de importaciones. Este incremento del empleo, al generarse con capital ya existente, elevó la productividad del trabajo, permitiendo mejorar el salario real.

Sin embargo, este círculo virtuoso entre inflación y crecimiento terminó agotándose en 2012.

La inflación empezó a erosionar el poder adquisitivo del salario, desestimuló la sustitución de importaciones y restó competitividad al sector externo.

De hecho, el año pasado nuestra economía experimentó un fuerte enfriamiento del nivel de actividad que “vino para quedarse”. De acuerdo con nuestras estimaciones del índice ISAE E&R, la economía habría crecido un 1.7% promedio en 2012, evidenciado una fuerte desaceleración de las tasas de crecimiento interanual mes tras mes. Inclusive, el cuatro trimestre reflejó contracción de la actividad.

En 2013 y debido a la contribución marginal que pueda hacer el clima, el precio de la soja y/o Brasil (todas variables que no dependen de nosotros), el nivel de actividad económica sólo se recuperaría marginalmente como resultado del favorable contexto internacional. En pocas
palabras, nuestro contexto estanflacionario le pondría un “techo” bajo a nuestra tasa de crecimiento, que se recuperaría menos de 1 punto porcentual con respecto al crecimiento registrado en 2012.

Con la actual inflación se puede descontar que la tasa de crecimiento será baja o insuficiente para generar empleo. En otras palabras, bajar la inflación es condición necesaria (no suficiente) para retornar a un sendero de crecimiento económico sostenible de largo plazo. En este contexto, en la prensa han aparecido rumores de que el gobierno estaría interesado en aplicar un programa económico tendiente a bajar la inflación.

Justamente, este punto intentará ser una breve guía de qué variables observar y seguir de cerca para analizar si hay probabilidad (o no) que la inflación baje. La política fiscal, monetaria y cambiaria son los únicos instrumentos que pueden llevar a cabo un descenso genuino y sostenible de la inflación. En este sentido, desde la esfera fiscal la lucha contra la inflación exige una moderación del gasto público.

Paralelamente, el Banco Central debe reducir la tasa de emisión monetaria o subir la tasa de interés si se procura frenar el alza de los precios. Al mismo tiempo, si decide utilizar la herramienta cambiaria como antídoto contra el aumento del nivel general de precios, la teoría y la evidencia internacional muestran que la apreciación cambiaria (nominal y real) contribuye a la moderación del ritmo de incrementos de precios.