Por primera vez desde 1998, Venezuela irá a las urnas en ausencia de Hugo Chávez. Mientras el presidente se recupera en Cuba de la cuarta operación contra el cáncer que padece, todas las miradas se concentran esta vez en el vicepresidente, Nicolás Maduro, y el opositor Henrique Capriles Radonski. Si Capriles gana la gobernación de Miranda en las elecciones regionales de hoy, se consolidará como el gran candidato de la oposición para enfrentar a Maduro en caso de que Chávez no pueda continuar en el poder y deban celebrarse nuevas elecciones presidenciales.

A poco más de dos meses del triunfo rotundo del oficialismo en los comicios del 7 de octubre, 17 millones de venezolanos están llamados a elegir a los gobernadores de los 23 estados del país y a los representantes de los Consejos Legislativos Regionales. Aunque las encuestas sugieren que el chavismo se quedará con la mayoría de las gobernaciones, la oposición aspira sobre todo a mantener dos de sus joyas: Miranda (centro) y Zulia (oeste), los estados más grandes y ricos.

Precisamente, Capriles es el candidato del antichavismo en Miranda. El líder de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) es el actual gobernador y aspira a la reelección. Había solicitado licencia para desarrollar su campaña presidencial, pero ahora vuelve a la carga en el estado que lo vio crecer políticamente y donde derrotó en 2008 a Diosdado Cabello, uno de los dirigentes chavistas más influyentes.

En esta oportunidad enfrentará al ex vicepresidente Elías Jaua, otro de los hombres que integran el círculo íntimo de Chávez. El resultado en Miranda es crucial para el futuro de Venezuela, ya que podría renovar las aspiraciones presidenciales de Capriles o sepultarlas definitivamente.

“Más allá de los discursos, es evidente que los resultados de estas elecciones serán una especie de primarias para la oposición”, observó el director de la encuestadora venezolana Datanálisis, Luis Vicente León. El analista considera que si Capriles gana en Miranda se convertirá “de facto” en el hombre de la oposición para competir con Maduro, a quien Chávez ungió como sucesor en caso de que se deban celebrar nuevas elecciones ante su ausencia definitiva.

Aunque la victoria del chavismo en octubre fue categórica, Capriles obtuvo uno de los mejores resultados para la oposición en la última década (44% de los votos) y se embarcó en una campaña por todo el país que lo instaló como uno de los políticos más conocidos entre los ciudadanos. A eso se suma su personalidad carismática y la idea presente de que, detrás de él, pueden marchar antichavistas e independientes de diversos signos políticos.

Por eso lo que desvela al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es saber si Chávez podrá trasladar directamente a Maduro su popularidad y su fortaleza electoral. Antes de que el líder bolivariano lo mencionara como su heredero, el canciller no era más que uno entre otros destacados y leales dirigentes chavistas. Pero eso cambió desde el instante en que Chávez lo eligió.

“El hecho de que Chávez haya pedido que sus seguidores voten por él potencia la imagen de Maduro y lo coloca por encima del resto de los políticos oficialistas”, explicó Oscar Schemel, director de la consultora Hinterlaces. “Sondeos preliminares que estamos realizando indican que la aceptación de Maduro entre los ciudadanos alcanza el 60 por ciento”, aseguró.

Mientras el eventual choque Maduro-Capriles ocupa a Venezuela, Chávez sigue batallando por su salud en La Habana. Ayer, el presidente ecuatoriano Rafael Correa declaró que, aunque vio “muy animado” a su colega cuando lo visitó el pasado lunes en la capital cubana, “es indudable que el problema es serio, la operación era sumamente seria”. Evo Morales también tenía previsto viajar a Cuba, pero finalmente anunció que por ahora no lo hará.

Según la agencia de noticias estatal de Venezuela, Chávez pudo hablar con su familia y una de las primeras cosas que preguntó luego de la operación fue: “¿Cómo está mi pueblo?”.