CRÓNICA ANUNCIADA
Desdoblamiento cambiario a la vista

Desdoblamiento cambiario a la vista
27/10/2011 | Las recientes decisiones sobre capitales (petroleras, mineras y aseguradoras) llevan hacia el desdoblamiento cambiario, tema que ya había comenzado a analizar Néstor Kirchner y que pareciera que terminará anunciando su heredera, Cristina.

 


POR: ADRIÁN SIMIONI



Ahora, dicen en Córdoba, hay una incipiente movida por la que gente que usa caja de seguridad en bancos está llevando sus pertenencias a cajas de seguridad de empresas no bancarias.

¿Por qué? Creen que el Banco Central o la Afip podrían comenzar a fijarse en los registros de entrada y salida que llevan los bancos sobre las personas que alquilan esos cofres.

Es lógico. El Gobierno, preocupado por la incipiente dolarización, mueve sus fichas.

Y las personas y/o empresas mueven las suyas para cubrirse de una eventual devaluación o de la inflación.

Y todos son muy creativos.

Ayer, por ejemplo, el Gobierno les atragantó las medialunas a petroleras y mineras con un decreto que, de ahora en más, las obligará a liquidar los dólares que facturen por sus exportaciones, del mismo modo en que lo hacen el resto de las empresas.

Eso significa que los dólares que les paga un cliente externo ya no quedarán en otros países ni ingresarán directamente a sus cuentas bancarias locales. Primero pasarán por el Banco Central, que se quedará con los dólares y depositará el equivalente en pesos en las cuentas de petroleras y mineras.

Ayer, una fuente de YPF comentó que la medida no era esperada, pero que “no cambia nada”. Básicamente, cuando la firma quiera remitir ganancias a sus accionistas no residentes en el país, importar una maquinaria o pagar una deuda en el exterior, tomará los pesos, comprará dólares o euros, y los remitirá. “Tendrá un leve costo financiero por esta operación, nada más”, precisó.

Pero a los accionistas no les gustó el decreto: en el Merval, la acción de YPF perdió 2,55%. Y mineras que operan en el país y cotizan en otras bolsas perdieron hasta 20%.

Tal vez sea por temor al escenario que plantean otros analistas.

“Aunque Feletti (Roberto, el viceministro de Economía) les haya dicho a algunos diputados que el Gobierno no analiza desdoblar el mercado de cambios, uno puede pensar que esta medida prepara el terreno para eso”, evaluó uno de ellos.

La especulación es la siguiente.

Mientras el mercado de cambios siga siendo más o menos único, para las empresas la medida de ayer no implicaría problemas; se cumpliría la previsión de YPF.

Pero si el Gobierno desdoblara el mercado de cambios en varias cotizaciones posibles para distintas operaciones, la cosa sería distinta.

Primero, el Central podría reconocerles a los exportadores un valor del dólar inferior al del mercado libre. Supongamos que la firma exportó por un millón de dólares y el Central le reconoce un tipo de cambio de $ 4,20. El exportador recibiría $ 4,2 millones. Si en el mercado libre el dólar no vale $ 4,20 sino $ 4,50, los dólares que podría comprar la empresa para girárselos a sus accionistas ya no serían US$ 1 millón, sino YS$ 933 mil. Y así.

Al revés, si el Gobierno quisiera “promover la inversión”, podría ofrecer a la firma, si ésta jura que es para importar máquinas, US$ 1 a $ 4. Entonces, con sus $ 4,2 millones podría comprar no US$ 1 millón sino US$ 1,05 millón. Y así.

La Argentina ya ensayó varias veces estos mecanismos. Sin mucha suerte. Generaron más maniobras de sobrefacturación y subfacturación –según lo que convenga – que otra cosa. A mayor brecha entre los distintos dólares “oficiales” y el del mercado, más maniobras.

El Gobierno quiere la chancha y los 20: seguir gastando más, girar afuera dólares de las reservas para pagar su deuda, mantener el dólar bajo, no generar inflación y no perder superávit comercial.

Todo junto es difícil, porque a la larga el resultado es que hay más pesos, expectativas de un dólar más caro, suba de precios, mayores costos de producción y menos ventaja cambiaria para exportadores.

En ese intento se van tomando medidas como estas, sobre cuyo fin, por ahora, nadie está seguro.