CHILE
Piñera cambió tecnócratas por políticos críticos

Piñera cambió tecnócratas por políticos críticos
15/01/2011 | Y eso que los 33 mineros salieron con vida del yacimiento San José... La gestión de Sebastián Piñera tiene problemas, necesita recuperar iniciativa, para lo cual hay que revitalizarla, y fracasó el diseño de gabinete tecnócrata original del Presidente. Pero, además, Piñera intenta aplacar las críticas que recibe por derecha.  

Cerca de las 19:00 del jueves 13/01, mientras participaba en un encuentro con los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, el entonces ministro de Defensa chileno, Jaime Ravinet, recibió un llamado de Sebastián Piñera. El Presidente estaba molesto y quería llamarle la atención, por lo que el secretario de Estado debió interrumpir por algunos minutos su reunión.

Todas las versiones sobre el diálogo coinciden en que fue áspero, marcado por las críticas del Presidente al ministro por episodios recientes, como el proyecto de compra de una casa para el Jefe del Estado Mayor Conjunto y la controversia sobre el puente mecano en Biobío.

Hay 2 versiones respecto de quién tomó la iniciativa de la salida. En La Moneda aseguran que fue Piñera. Cercanos a Ravinet señalan que, dado el tono de la conversación y de los rumores que daban por segura su salida del gabinete, fue él quien renunció.

Considerando que el Presidente estaba en la VII Región, acordaron que Ravinet presentara su renuncia ante el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, en La Moneda.

De inmediato Piñera le comunicó a Andrés Allamand que asumiría en reemplazo de Jaime Ravinet en Defensa: el senador RN (Renovación Nacional) estaba desde temprano junto a Piñera, en una gira por la región.

Ya al mediodía, a bordo de una gran barcaza, Piñera y Allamand habían cruzado sonriendo el río Calle Calle. La jornada continuó en la localidad de Niebla con el senador aplaudiendo a Piñera, mientras éste bailaba con Cecilia Morel Montes de Piñera, su esposa.

El acto concluyó cerca de las 15.30. "Hoy es un día maravilloso", respondió Piñera, cuando fue consultado por un posible cambio de gabinete y comenzaba a emprender rumbo a su casa del lago Ranco en helicóptero.

A las 16:30 del viernes 14/01, tras conversar con el presidente Sebastián Piñera, el titular de Interior, Rodrigo Hinzpeter, tomó el teléfono y se contactó con la entonces ministra del Trabajo, Camila Merino.

Luego repitió el mismo ejercicio con Ricardo Raineri, de Energía; y al último dejó a Felipe Morandé, de Transportes.

Hinzpeter les pidió a los secretarios de Estado que dejaran en libertad de acción a Piñera para realizar el primer ajuste ministerial, a 10 meses de llegar a La Moneda.

A las 17:00, el jefe de gabinete concluyó su ronda de llamados. Esta vez el turno fue con la senadora Evelyn Matthei (UDI), quien recién había aterrizado desde La Serena y escuchó al ministro decirle que el Presidente había decidido que asumiría en reemplazo de Merino en la cartera de Trabajo.

El resto de los llamados continuaron desde la Región de Los Lagos.

Piñera se contactó con Laurence Golborne para anunciarle que asumiría como biministro: a Minería le sumaría la difícil cartera de Energía, una de las áreas más sensibles del gobierno.

¿Qué está ocurriendo en Chile?

Interesante la opinión de Claudia Rivas Arenas en la web El Mostrador:

Luego de meses de presiones de su propio sector y de tener que lidiar con el desorden que algunas de las figuras más destacadas del oficialismo generaban desde el Congreso, el presidente Sebastián Piñera cortó por lo sano. En un proceso fuera de toda formalidad, y alejado del ritual clásico del poder, decidió concretar el esperado ajuste ministerial, que se venía pidiendo a gritos desde hace tiempo.


El ingreso de políticos emblemáticos como Evelyn Matthei (UDI) y Andrés Allamand (RN) al gabinete terminó por decretar el fracaso del diseño tecnócrata original, duramente criticado entre sus filas. Pero también contribuye a anular la influencia que estos legisladores estaban ejerciendo en el Parlamento, con la promoción de proyectos que incomodaban al Ejecutivo y alteraban el correcto funcionamiento de la coalición gobernante.


Con este cambio, el mandatario intentó matar dos pájaros de un solo tiro. Pero la forma deja de manifiesto lo desprolija de la decisión y su debilidad para imponerle nombres a los partidos.


El hecho que se dejara pendiente el reemplazo de Felipe Morandé, en Transportes, tuvo más que ver con que no logró cuadrar a los máximos dirigentes de RN y la UDI tras su propuesta de última hora, que con no tener un aspirante para el cargo. Tanto es así, que hasta minutos antes del anuncio efectuado por la vocera Ena von Baer, el jefe de Estado negociaba telefónicamente con los timoneles oficialistas, sin lograr que éstos aceptaran su proposición para uno de los ministerios más críticos.


Crónica de los caidos


Por otra parte, lo más sorprendente de este, su primer cambio de gabinete tras 10 meses de gestión, no fueron los reemplazados, sino los reemplazantes. Para nadie era un secreto que Camila Merino era la primera candidata a dejar el gabinete, pues según reconocen en la propia Alianza, no logró dar el ancho en Trabajo, donde demostró “total carencia de manejo político y conocimientos técnicos” en el ámbito que le fue asignado, admite un parlamentario oficialista. Y por eso permanentemente se apoyó en otros ministros y asesores para resolver materias que le eran propias.


Al ex titular de Energía, Ricardo Raineri, no sólo lo afectó su baja notoriedad pública, sino que la seguidilla de errores comunicacionales en los que incurrió al estallar el conflicto de Magallanes y que terminaron por ponerle la lápida a su gestión, debiendo asumir el costo político de una crisis sin precedentes en los últimos años.


Para enmendar el rumbo en esta área, Piñera optó por volver a la antigua fórmula del biministerio de Energía y Minería, entregándole al más popular de sus ministros la tarea de corregir lo hecho. Laurence Golborne será, entonces, el responsable de sacar la cara y poner, por fin, su capital político a disposición del gobierno en el conflicto magallánico que no parece tener pronta solución.


Lejos de desaparecer, el cuoteo político surgió en su máxima expresión en este primer cambio de gabinete. Y aunque para la derecha es difícil asumir algo que tanto criticaron a la Concertación, lo cierto es que ninguno de los partidos de la Alianza está dispuesto a ceder a sus socios la hegemonía del equipo ministerial.


La determinación del mandatario no deja a todos contentos. Mientras quienes abogaban por una mayor presencia de Golborne en la crisis del gas están satisfechos con la decisión, los que preferían que el ministro protegiera su capital político, particularmente desde la UDI, ven con preocupación que ahora deba hacerse cargo de un problema que podría revertir su permanente ascenso en las encuestas, poniendo así en riesgo la posibilidad de convertirse en un casi seguro presidenciable.


Por su parte, el ex ministro de Transportes firmó su salida hace sólo unos días. En Palacio comentan que cuando se debía anunciar el alza de pasajes del Transantiago, el jefe de Estado pidió que el titular de la cartera concurriera a su oficina para diseñar la estrategia con que se enfrentaría el tema. Pero eso no fue posible, porque Felipe Morandé se encontraba en un seminario fuera del país, lo que habría molestado sobre manera al mandatario.


Sobre el caso de Jaime Ravinet, en Defensa, sobran comentarios, pues con el paso de las horas ha efectuado duras recriminaciones a La Moneda por su salida y dejó de manifiesto otro fracaso: el del gobierno transversal.


¿No más agendas propias?


Por otro lado, dos de los reemplazantes, a diferencia de la mayoría de sus predecesores, tienen una larga trayectoria política que ha corrido en paralelo. Si bien con su presencia en el gabinete, los senadores Andrés Allamand (RN) y Evelyn Matthei (UDI), antiguos compañeros de partido e integrantes de lo que se conoció como la “patrulla juvenil” –junto al senador Alberto Espina y el propio Sebastián Piñera-, están satisfaciendo la demanda de su sector por más políticos en el equipo ministerial, también deberán pagar el costo de tener que supeditar la libertad de su accionar político al del equipo de gobierno.


Con sus nombramientos, Piñera bloquea a los principales promotores de iniciativas tan polémicas, al interior de la Alianza, como son el acuerdo de Vida en Común y el aborto terapéutico. Proyectos impulsados por ambos senadores, respectivamente. Con lo que debilita la defensa de los mismos en el Congreso, ya que no sería bien visto que Allamand y Matthei los siguieran impulsando desde sus posiciones de Estado.


Así, el Presidente termina por cerrar un capítulo que generaba permanentes roces en la coalición y que evidenciaba la ineficacia del Ejecutivo para controlar a los líderes parlamentarios que insistían en levantar sus propias agendas, en algunos casos reñidas con la línea gubernamental.


Pero solucionado un problema aparece otro. Porque al haber dejado pendiente el nombramiento del ministro de Transportes, también queda de manifiesto la imposibilidad del mandatario de imponer a los partidos su criterio. Ello, porque la UDI y RN siguen tratando de quedarse con el cupo liberado por Morandé.


Lejos de desaparecer, el cuoteo político surgió en su máxima expresión en este primer cambio de gabinete. Y aunque para la derecha es difícil asumir algo que tanto criticaron a la Concertación, lo cierto es que ninguno de los partidos de la Alianza está dispuesto a ceder a sus socios la hegemonía del equipo ministerial. La UDI, porque como dicen sus representantes es el partido más grande del conglomerado, y RN porque se atribuye la superioridad de ser elpartido del Presidente.


Y es ahí donde comienzan a resonar los nombres de los que se dice en la Alianza fueron los más grandes damnificados: los senadores Pablo Longueira (UDI) y Alberto Espina (RN). Ambos manifestaron en más de una oportunidad su deseo de integrar el gabinete, y no son pocos los que especulan en la derecha que uno de ellos podría ser quien llenara la vacante en Transportes. Las mayores probabilidades, dicen en el gremialismo, las tendría el senador por Santiago Oriente, ya que Espina -el cuarto integrante la “patrulla juvenil”- está más ligado a los temas de seguridad.