El operativo donde Ezequiel Riquelme de 14 años encontró la muerte, arrancó luego de que Victoria Escobar denunciara el robo de su motocicleta a manos de dos jóvenes. Los oficiales recorrieron el barrio Pío X y tras solicitar refuerzo -ante el rechazo a piedrazos de una parta de la barriada- dieron con Ezequiel, aunque su cómplice de alias "papi" logró escapar.

Todas las imputaciones -incluso la víctima del robo- confirmaron que pudo identificar al joven delincuente que robó su rodado.

El operativo que terminó con la muerte del joven delincuente ocurrió entre el lunes 7 de setiembre y la madrugada del martes 8.

Tras la muerte, Riquelme se convirtió en santo, aunque tras robar las motos "tenía el tupé de desarmarla en pleno día y a la vista de todos".

El barrio se divide en una parte cómplice y la otra “laburadora”. Hipocresía temeraria y criminal. El silencio es el mejor aliado. El no te metás, un compañero.

El primer hecho que involucró y todavía se registra a nombre de Riquelme, ocurrió en enero pasado. Una mujer estaba por ascender al colectivo y descuidó su cartera. El objeto fue presa de Ezequiel, quien tomó desde abajo el elemento femenino y como su propietario no la soltó, "bajó la cartera y a su dueña" del micro. El robusto armatoste de la línea 104 arrancó la marcha y "además pisoteó la pierna de la mujer". Riquelme en ese instante ya estaba en fuga.

El otro hecho fue hace menos de tres meses en la misma zona del barrio Pío X cunado otra mujer transitaba sobre la avenida a bordo de su motocicleta. La "modalidad" de Riquelme esta vez fue "empujar en movimiento" a la conductora y tras caer, el delincuente tomó la motocicleta.

Un último hecho -que al igual que las otras acciones- todos saben, pone en víctima a una prima de Riquelme, a quien el delincuente intentó abusar sexualmente. Criminalidad infantil y extrema.

La crónica lejos de mancillar la memoria de un fallecido y o reivindicar el accionar imperfecto de un policía; solo intenta reflejar la otra parte de la historia que el barrio entero conoce, pero al igual que sus limitaciones niega y se resiste a asimilar. Hay una realidad y una verdad aparte.

Victoria Escobar, que estaba trabajando mientras veía como dos jóvenes ladrones se robaban el rodado que consiguió con el fruto del trabajo digno, todavía espera que alguna de las tantas redes o comisiones de derechos humanos, hable con ella. Fuente: Del Plata Corrientes.