Columnistas Dominicales
Carrió, bestia negra

Carrió, bestia negra
15/08/2010 | Entre los columnistas dominicales, fue unánime el rechazo -aunque por diferentes razones- a la decisión de Elisa Carrió de tomar distancia del Acuerdo Cívico y Social. La prensa negativa que ha recibido la Coalición Cívica durante los últimos días tendrá impacto en la imagen de sus integrantes, y en especial de Carrió. ¿Se viene una ruptura en la CC?  

¿Seguirá la Coalición Cívica los pasos del otro partido político que fundó Elisa Carrió, el ARI?

En 2003, Carrió parecía que convertiría al ARI en 1 de las 3 fuerzas políticas importantes del país. Sin embargo, Carrió fue perdiendo porciones del ARI, y a varios de sus diputados nacionales, y terminó huyendo hacia su más reciente creación, la Coalición Cívica como etapa superadora del ARI.

En general, más allá de que algunos de los planteos de Carrió sean ciertos, se cuestiona

> el estilo humano de Carrió,

> su unilateralidad en las decisiones políticas,

> la hegemonía personalista tanto en ARI como en CC,

> la funcionalidad a los Kirchner.

Se le reconoce a Carrió:

> su discurso ético,

> su valentía personal y

> algunos análisis de la coyuntura.

Se ignora de Carrió:

> si su carta a los líderes de la UCR fue intempestiva o es parte de una estrategia planificada,

> si Carrió regresará al Acuerdo Cívico y Social o si migrará hacia otro frente electoral en formación, y

> si hay unanimidad de criterios en la CC.

Horacio Verbitsky afirma que Carrió se enojó con Hermes Binner y Ricardo Alfonsín por las declaraciones de estos favorables a retenciones a las exportaciones agropecuarias administradas por el Ejecutivo Nacional.

Pero Joaquín Morales Solá dice que Carrió se sintió despechada porque Alfonsín y Julio Cobos coincidieron en que su compañero de fórmula presidencial 2011 sea el gobernador santafecino Hermes Binner, del Partido Socialista. Eduardo van der Kooy coincide en la apreciación.

Eugenio Paillet presenta a Carrió casi como 'infiltrada' por los Kirchner, y lo fundamenta en la funcionalidad.

Etc., etc., etc.

Recortes dominicales sobre Carrió:

Carlos Abrehu, en La Gaceta, de San Miguel de Tucumán, presenta que los problemas en Acuerdo Cívico y Social no son iguales en todos los distritos electorales:

"Los vaivenes de la política nacional se expanden por toda la geografía. Los cruces entre Elisa Carrió (Coalición Cívica) y los jefes del radicalismo y del socialismo generan inquietud, pero en Tucumán existe vocación para preservar el Acuerdo Cívico y Social (ACyS) como germen de una alianza de mayor envergadura electoral.

Antes del acto de Monteros, el anfitrión de la plana mayor de ACyS, Héctor Monayer, le avisó a su jefa política Patricia Bullrich de esa resolución.

El senador José Cano no comparte las ansiedades prematuras de algunos de sus correligionarios, que ya plantean ungirlo para la candidatura a gobernador.

"(Eduardo) Brizuela del Moral y Angel Rozas me explicaron cómo maduraron los procesos aliancistas exitosos en Catamarca y Chaco", señaló Cano, quien optó por priorizar la vía de los consensos programáticos, antes de definir la oferta de candidatos. Paralelamente, trabaja por la recomposición de la estructura propia del radicalismo (...").


Obviamente no es la visión de Horacio Verbitsky, desde Página/12:

"(...) Tanto el líder socialista Hermes Binner como el radical Ricardo Alfonsín han reconocido que corresponde al Poder Ejecutivo la fijación de las alícuotas, ya que se trata de medidas de administración que no pueden ni deben ser asumidas por un órgano deliberativo como el Congreso. Estas posiciones racionales precipitaron el alejamiento de la Coalición Cívica Libertadora, que reivindica para sus miembros la exclusividad de la decencia y la lucidez.

El mensaje de sus líderes, Elisa Carrió y Patricia Bullrich, quienes se sienten vírgenes renovadoras rodeadas de carcamanes de vicios incurables, se adapta bien al estilo banal y escandaloso de cualquier televisión (ya sea opositora u oficialista) pero es poco atractivo para el mercado electoral, como lo muestran sus resultados, declinantes comicio tras comicio.

Las libertadoras dejaron de ser una opción nacional y hoy constituyen un partido porteño de tercer orden. Sin embargo, la aritmética constitucional no permite desdeñarlas. El 1 a 3 por ciento de Carrió en una elección nacional puede ser la diferencia que impida a la oposición llegar a una segunda vuelta con el kirchnerismo.

Por eso tanto Binner cuanto Alfonsín, e incluso el vicepresidente Julio Cobos, no respondieron al guante que Carrió les arrojó al rostro.

Por el contrario, todos ellos lo describieron como una caricia pícara, opinaron que el alejamiento será transitorio y expresaron el deseo de reencontrarse antes de las elecciones.

Carrió, por su parte, fantasea con reemplazar a los vetustos y mañosos radicales por los jóvenes impolutos Felipe Solá y Carlos Reutemann, que al tanto de este plan practican frente al espejo la palabra cabalística “Oooosooo” (...)".


Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(...) Sólo Elisa Carrió es tan audaz como Kirchner. Sus seguidores confían en que el portazo que ella le dio al Acuerdo Cívico y Social podría terminar en una reconciliación. No es lo que piensa el radicalismo.

Desde su presidente, Ernesto Sanz hasta Ricardo Alfonsín (hablaron mucho en las últimas horas) concluyeron que las cosas son mejores tal como quedaron después de la dura carta de ruptura de Carrió.

Lo que ninguno de ellos dice es que el problema de fondo consiste en que el radicalismo ya eligió a su candidato a vicepresidente: será el socialista Hermes Binner. Lo será con Alfonsín o con Julio Cobos.

Carrió y Binner tienen una mala relación de muchos años. Rápido y sagaz, Binner enmendó en el acto las recientes declaraciones sobre las facultades del Ejecutivo respecto de las retenciones. La reconciliación con el radicalismo fue inmediata. La salida de Carrió, también.

Los "gerentes de la UCR" a los que Carrió aludió, pero no nombró, son Jesús Rodríguez y Leopoldo Moreau. Los acusa de tender puentes con su denostado Eduardo Duhalde y con el sindicalista Luis Barrionuevo.

No objetó los acuerdos provinciales con Scioli, con el que mantiene una buena relación personal desde hace mucho tiempo.

Poco antes de su adiós, Carrió recibió una llamada telefónica de Enrique Nosiglia, un dirigente que nunca considera destruido ningún puente de la política. Vos sos nuestra referencia moral, le dijo Nosiglia a Carrió para intentar suturar la sangría opositora. No pudo hacer nada.

El radicalismo tiene una ingrata opción por delante. La ida de Carrió nunca será gratuita en términos electorales. Todo los votos que ella podría llevarse serán votos del Acuerdo Cívico y Social y de independientes más dispuestos a apoyar una variante radical.

Lo peor que puede pasarnos sería tenerla afuera, explica un experto radical en contar sufragios. No es la única opinión. Otros dicen que Carrió conlleva una dosis de imprevisibilidad insoportable para cualquier coalición y que, además, otra reconciliación podría ser una mala señal para el electorado que reclamará un gobierno congruente. Sanz y Alfonsín están más cerca de estos últimos que de aquel apesadumbrado contador de votos. (...)".


Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:

"No se equivocan en el gobierno los que dicen que Néstor Kirchner ha celebrado como pocos esta semana que pasó. Y algunos exageran, al sostener que ha sido ese festejo tal vez el más estentóreo desde que aquella dura derrota electoral del 28 de junio del año último pareció condenarlo a un tránsito temprano por el desierto político.

Esa pesadilla no ocurrió, hay que decirlo, tanto por la tenacidad del santacruceño para reposicionarse en el escenario con los mismos vicios y las mismas mañas que lo habían llevado a esa caída (lo cual no deja de ser un contrasentido en sí mismo), cuanto, y por allí habría que encontrar la razón de los estados de euforia que lo han ganado en estos días, como consecuencia de una oposición que, de arranque, amenazó con comerse los chicos crudos, y que, de a poco, se fue desdibujando por impericia, por caer una y otra vez en el pecado de sus rencillas internas, y por la flagrante incapacidad para torcer en la sociedad la impresión de que, con ese tipo de opositores (...).

De hecho, Elisa Carrió se fue dando un portazo del Acuerdo Cívico y Social que integraba junto a radicales, socialistas y el GEN de Margarita Stolbizer; entre otras razones, porque dijo que no estaba dispuesta a avalar con su presencia otra aventura como la de la Alianza que gobernó el país en aquel arranque de un nuevo siglo.

Todas aquellas reservas que genera la oposición en la sociedad parecieron juntarse en una semana. El desplante de Carrió no sólo le asestó un golpe a la construcción de una alternativa de gobierno en el espacio que hoy tiene a los dos dirigentes con mejor imagen pública del país, como son Ricardo Alfonsín y Julio Cobos. Borró de un plumazo y en tiempo récord las mieles del primer festejo en mucho tiempo que ensayaba la oposición parlamentaria, tras la rotunda victoria en el Senado con la media sanción a la ley que pretende reformar el INDEC y rescatarlo de las groseras manos de Guillermo Moreno.

(...) No resulta aventurado sostener que el mejor aporte que han hecho, por estas horas, al gobierno y a Kirchner el portazo de Carrió, las recurrentes idas y vueltas de la oposición en el Congreso (capaces de convertir en derrota en Diputados lo que fue una victoria contundente en el Senado, como puede ocurrir con la ley para reformar el INDEC) y aquellas indefiniciones no exentas de ciertos excesos de protagonismo personal que envuelven al peronismo disidente, es permitirle mostrarse como el espacio político más consolidado del actual panorama preelectoral, aunque eso, por sí solo, no le alcance todavía, ni mucho menos, para despejar los gruesos interrogantes que persisten respecto de sus chances electorales futuras. (...)".


Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) Elisa Carrió retiró a la Coalición de ese conglomerado aunque habría que aguardar para saber dos cosas: si el retiro es definitivo y si toda su tropa la terminará acompañando.

Nadie sabe cuál podría ser la nueva meta política de la vehemente mujer. Aunque podría aventurarse que su ausencia, mas allá de la representación electoral, no resultará jamás neutra.

El portazo de Carrió se explicaría desde una trama de desavenencias personales con varios líderes del radicalismo y de intereses políticos contrapuestos. El conflicto inicial fue con Julio Cobos. Crucificó al vicepresidente cuando cruzó al territorio de los Kirchner. Lo impugnó como posible candidato del Acuerdo.

El inesperado crecimiento de Ricardo Alfonsín le sirvió como refugio. Hay entre el hijo del ex presidente y Carrió una corriente de afecto, sostenida también por la paciencia campechana del diputado. Pero los antagonismos tuvieron más peso que la sensibilidad. Alfonsín tampoco facilitó a la líder de la Coalición el espacio que pretendía ocupar en el Acuerdo. ¿Qué espacio? El de una fuerza política casi a la par del radicalismo. La Coalición es la tercera fuerza opositora en el Congreso.

Ese lugar en el Acuerdo lo tiene, de hecho, el socialismo. Hermes Binner ya dijo que está dispuesto a acompañar a Alfonsín en un binomio presidencial. Otro podría ser el cantar si el candidato fuera Cobos. Carrió nunca pudo digerir el perfil político soso del gobernador de Santa Fe.

Menos aún la forma en que talla en el Acuerdo.

Por eso hizo de una gota un océano: acusó a Binner de kirchnerista por haber tenido una postura matizada acerca de la fijación de las retenciones en el Congreso. Santa Fe tiene un viejo litigio con el Gobierno por fondos impagos. No adhirió a la refinanciación de deudas provinciales anunciado por Cristina. La Presidenta y Kirchner se ocuparon de castigar en público al socialista en sus últimas visitas a Santa Fe.

Alfonsín, en medio de esa riña, optó por Binner y apartó a Carrió.

La mujer sintió cierta ingratitud y desencanto. La líder había apoyado a Alfonsín cuando peleó con Cobos la jefatura del radicalismo bonaerense. También estaría convencida de que ese éxito no habría servido todavía para morigerar ciertos estilos políticos del partido en Buenos Aires. ¿Que estilos? Los pactos de la UCR con el PJ en la legislatura provincial no siempre con objetivos nobles. Y por lo general, para beneficiar a Scioli.

“El viejo contubernio sigue vivo” , se queja Carrió.

Las referencias de la diputada en su renuncia a la traumática experiencia de la Alianza estremecieron a los radicales. El partido tiene candidatos pero le resta una tarea mas ardua: la de construir confianza , la de ahuyentar en la sociedad los temores que arraigaron el epílogo de Fernando de la Rúa. Cada uno de estos cimbronazos significa un retroceso.

Quizás por ese motivo no hubo una sola mirada sobre la partida de Carrió.

“No se puede dormir todas las noches con una yarará en la mesa de luz”, dijo aliviado uno de sus líderes.

“Habrá que tratar de que vuelva como garante moral del Acuerdo”, se ilusionó, sin ocultar preocupación, otro jefe radical.

Ni el Acuerdo, ni los peronistas ni el macrismo están ahora bien . Falta más de un año para las presidenciales. Es mucho tiempo en la política argentina. Pero es mucho, demasiado, el trabajo y la pericia que le espera a esa oposición para que el 2011 no se convierta sólo en una estación de paso."


Pepe Eliaschev en el diario El Día, de La Plata:

"Cuando los medios informan que la Coalición Cívica se va del Acuerdo, ¿de qué hablan? De una decisión individual que los seguidores de Carrió acatan, pero que la toma ella. Porque hay que reconocerlo: Carrió nunca oculta la impronta duramente personal de su modo de hacer política.

No sólo habla, sino que también opera conjugando la primera persona del singular y en eso ha sido corajuda: quienes la han seguido y luego se han apartado pensaban que alguna vez Carrió aceptaría subordinar sus ocurrencias a la opinión de otros.

De hecho, la Coalición Cívica fue notificada de la decisión estratégica de Carrió en un pleno de los dirigentes de ese espacio en el departamento de Santa Fe y Paraná donde vive la diputada y al que debieron costearse el jueves 12 los radicales Ricardo Gil Lavedra y Gerardo Morales en un último intento de retenerla en el Acuerdo.

Pero ni asambleas, ni encuestas, ni consultas, todo se materializa al interior de un espacio tajantemente personal.

No hay un solo medio que no haya subrayado en ese tono emocional, propio de la manera de ser de Carrió, conceptos tales como furia y enojo. Dos primeras constataciones, pues: toma de decisiones de cuño férreamente individual y altísimo tono temperamental en sus consideraciones. Para ella, la corrupción y la complacencia con el poder están en todas partes, incluso entre sus socios.

En un espacio como el de Carrió por el que han pasado personas de buena formación intelectual, no puede dejar de tomarse en cuenta que para una líder política que hace siete años formula severísimos ataques contra el despotismo y concentración de poder característicos del kirchnerismo, su modelo propio reitera con pelos y señales los mismos rasgos de personalismo y una asombrosa esterilidad de construcción. (...)

El problema principal de la oposición no peronista es precisamente responder el interrogante central de la historia argentina desde 1946 hasta hoy mismo: ¿es posible que este país sea gobernado, de manera armónica y fehaciente, por una administración que no sea peronista? Lo que enseñan los vecinos (Brasil, Uruguay, Chile, Perú) es que esa opción es viable en sociedades políticamente más maduras. Pero no en la Argentina.

(...) ¿Qué tiene de bueno lo que les ha sucedido a estas fuerzas opositoras? Que estamos en agosto de 2010. Afuera hará frío para Carrió. Un "arreglo" con Felipe Solá o Carlos Reutemann sería un cambalache inconcebible. (...)".


Mauricio Maronna en el diario La Capital, de Rosario, Santa Fe:

"Nada es hoy más políticamente correcto que desatar una andanada de descalificaciones sobre Elisa Carrió. Tal vez la mayoría de las críticas que se dirigen hacia la humanidad de Lilita tenga alguna encarnadura real, pero habrá que resistir la tentación de sumarse a la ola e intentar abordar al personaje desde otro lugar. Como por ejemplo preguntarse qué hubiera sido de la oposición si la voz en soledad de la indómita chaqueña no se hubiera hecho escuchar cuando casi todos eran oficialistas.

Carrió es extemporánea, vital, desmesurada, apologeta, talentosa, creativa, valiente. Un combo explosivo para la política argentina, repleta de hombres y mujeres grises, desbordantes de tintura y con pocas cosas para decir. Lilita agudiza las contradicciones, marca la cancha entre ángeles y demonios, se ríe de sí misma y de los prototipos del manual del buen legislador.

Es difícil convivir con esa mujer, pero mucho peor es tenerla en la vereda de enfrente. La honestidad personal e intelectual de Carrió le permite andar sin mochilas, salvo cuando se interna en su selva dialéctica contra los enemigos coyunturales (siempre superiores en términos de correlación de fuerzas respecto a la real politik), peleas que siempre terminan de la misma forma para la chaqueña: con tratamientos antiestrés en algún spá serrano.

Carrió suma voluntades y las tira al mar en una simple recorrida por los programas periodísticos. Fue la más votada en Santa Fe en el 2003, pero ahora su imagen positiva descendió a los infiernos. Para quienes abjuran de quedar entrampados en la teoría del mal menor que casi siempre se da en las elecciones presidenciales, el voto a Lilita permite estar en paz con la conciencia.

Es una piedra molesta en el zapato de los histriónicos e históricos izquierdistas —que tan bien encarna Diego Capusotto en su sketch "American psicobolche"— que hoy creen ver en Kirchner & Kirchner un intersticio hacia una pelea (por cierto virtual) con "la derecha", pero también para los que se alinean candorosamente con los factores de poder para instalar en el 2011 un recambio con los nombres de siempre. (...)".