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Kirchner arroja más cáscaras de banana en el GBA: Ahora, a Cacho Álvarez

Kirchner arroja más cáscaras de banana en el GBA: Ahora, a Cacho Álvarez
11/08/2010 | Baldomero Álvarez de Oliveira es el ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, ex intendente y jefe político de Avellaneda aliado de Daniel Scioli. Mónica Litza no solamente es funcionaria del Ministerio de Justicia de la Nación sino mujer de Armando Bertolotto, presidente del Concejo Deliberante de Avellaneda. Litza se convirtió en el 1er. respaldo a las ambiciones de Aníbal Fernández en territorio bonaerense. Kirchner sigue divirtiéndose a costa del peronismo bonaerense.  

Aunque sabe que Daniel Scioli intenta ser reelecto al frente de la Gobernación provincial, ha fogoneado el desembarco de su hermana con una nueva línea; Néstor Kirchner bromeó con una posible candidatura del ministro de gobierno Florencio Randazzo; juega con la alternativa de un Kirchner al frente de la fórmula bonaerense, y ahora, deja volar la imaginación del ministro más verborrágico -Aníbal Fernández-, quien siempre pensó que algún día podría ocupar el sillón principal de la Ciudad de las Diagonales.

Una de las primeras personas en apoyar públicamente la decisión del hombre de Quilmes fue su vecina de Avellaneda, Mónica Litza, la actual Directora del Registro Nacional de Reincidencia del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, lo que agitó el territorio bonaerense, y dejó en claro que el kirchnerismo, al menos en Avellaneda, no ha definido quién tiene la representatividad oficial.

Litza es la esposa de Armando Bertolotto, presidente del Concejo deliberante local, y delfín de Baldomero 'Cacho' Álvarez, ex intendente de Avellaneda y actual Ministro de Desarrollo social de la provincia.

Álvarez está alineado hoy con Daniel Scioli e incluso, es uno de los que se postula como posible compañero de fórmula del mandatario bonaerense, teniendo en cuenta sobre todo, que ese lugar lo ocupó en la anterior elección otro hombre de la 3ra. Sección Electoral bonaerense, ahora alejado por razones de salud: Alberto Balestrini.

La funcionaria nacional, con sus palabras, agitó la interna local, e incluso, la conyugal.

Mónica Litza dio sus primeros pasos en la política vernácula de la mano de José Alessi, otro concejal de Avellaneda que también tiene aspiraciones de Intendente.

En los ’80 conoció a su actual marido y con el amor llegó el cargo de Secretaria Legislativa del Concejo deliberante; fue Delegada municipal, e incluso, llegó a la Cámara alta bonaerense ocupando una banca durante cuatro años, pero su paso por la ciudad de La Plata fue sin pena ni gloria, y dejó tras de sí, el recuerdo de algunos proyectos polémicos.

En 2007 no logró el apoyo necesario para renovar su banca de Senadora provincial, y eso casi la lleva al divorcio, porque hay quienes sostienen que la exclusión de la nómina ocurrió tras un ultimátum que Álvarez le habría dado a Bertolotto, en el que le habría propuesto “o Mónica senadora o vos concejal”, a lo que dicen, el edil habría respondido “Yo concejal, pero presidente del Concejo Deliberante”.

Bertolotto preside el Legislativo de Avellaneda, y Litza buscó refugio en el Ejecutivo Nacional, previa presentación con Aníbal Fernández, quien por entonces estaba al frente del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, y le ofreció el cargo que ocupa actualmente.

La pareja no se rompió, pero desde hace años -salvando la enorme distancia-, intentan emular al matrimonio presidencial, y cuando se acerca la fecha de una nueva elección de cargos ejecutivos, echan a rodar la versión de que ambos podrían intentar alcanzar el sillón de la Intendencia.

El problema es que ninguno de los 2 supo construir hasta ahora, un andamiaje territorial que le permita concretarlo.

Bertolotto ha cuidado más su silla y las posibilidades que ésta le otorgan, que destinado tiempo a pensar la manera de armar una estructura política propia.

Y Litza, es considerada una “técnica”, amante de la “macro política”, pero incapaz de sostener un trabajo territorial. Le gusta hablar de lo grande, pero no tener que ocuparse de los baches, las luminarias o los pedidos de los vecinos.

Es más, prefiere los horarios del trabajo legislativo a los madrugones que obligaría el ejecutivo local. Sin embargo, una vez más, alienta los rumores de su posible candidatura, esta vez, de la mano de Aníbal Fernández, mientras su marido hace correr los suyos, del lado de Álvarez.

En el medio se cuela además, la interna cada vez más notoria entre el Ministro de Desarrollo Social y quien lo sucedió al frente de la comuna cuando éste aceptó el cargo en el gabinete de Scioli.

Jorge Ferraresi pretende ser elegido por el voto popular para continuar en el cargo que hoy ocupa por haber sido el primero en la lista de concejales, y para eso, juega sus fichas personales, porque quiere ser por mérito propio.

El problema es que Ferraresi quiere su propio espacio y Álvarez no quiere perder el suyo, pero en política, para que un espacio se abra paso, indefectiblemente, se empuja otro.

En esta interna Bertolotto se inclina por el funcionario bonaerense, a la espera que éste lo bendiga con una candidatura local, pero hay quienes sostienen que si el actual jefe comunal preserva ese privilegio, al titular del Legislativo no le pesaría rendir pleitesía, porque hace gala de una “obsecuencia al poder de turno” que arrastra desde 1983, cuando ocupó por primera vez una banca de la mano de Herminio Iglesias.

Marido y mujer juegan el juego que mejor sabe hacer el peronismo: uno por un lado, el otro por el otro, y al final, los dos juntos con lo que logren arrastrar tras de sí.

El problema es que en este caso, las declaraciones de la funcionaria nacional, aún en beneficio de su nuevo jefe, ponen de manifiesto una interna más grande y que la supera, que es la del poder territorial local porque el alejamiento de Álvarez a la provincia amenaza con sacudir el distrito, y pone en tela de juicio quién es el verdadero representante del espacio K en Avellaneda.