El Gobierno cubano enviará a España a otros cinco presos políticos del grupo de 52 reclusos que prometió excarcelar antes de octubre, quienes se unirán a los cinco disidentes que inicialmente viajarían al país europeo, según dijo ayer la Iglesia Católica en un comunicado.
El grupo adicional de cinco prisioneros viajaría a España “próximamente”, asegura la declaración.
Las excarcelaciones son el resultado más concreto del inédito diálogo iniciado en mayo entre Gobierno comunista cubano y la Iglesia Católica en la isla.
“En continuidad con el proceso de liberación de prisioneros, se informa los que saldrán próximamente con destino a España”, dijo una nota de prensa del Arzobispado de La Habana, que mencionó a cinco presos políticos condenados en 2003 a penas de entre 6 y 28 años.
Con este grupo, se eleva a diez la cifra de presos políticos que viajarían a España con sus familiares en los próximos días.
“Mañana domingo nos hacen un chequeo médico a mí y a mi hijo para salir pronto para España”, dijo ayer por teléfono a la agencia Reuters, Irene Viera, esposa del preso político Julio César Galvez, incluido en la lista del sábado.
Mientras crece la expectativa por la liberación, varios países europeos como Francia, Italia y Alemania, y algunos latinoamericanos, como Chile, manifestaron su disposición a recibir a alguno de los detenidos que serán excarcelados antes de octubre.
El régimen comunista, encabezado por el presidente Raúl Castro, anunció el miércoles la liberación de 52 presos políticos, en forma gradual.
Sin dar más detalles sobre cómo y en qué momento ocurrirá el resto de las excarcelaciones de los últimos presos del “Grupo de los 75” -que fueron detenidos en 2003, durante una ola represiva que quedó recordada como la Primavera Negra- la Iglesia Católica de Cuba se limitó a afirmar que éstas se realizarán en “un plazo máximo de cuatro meses”.
Para Estados Unidos no es suficiente
El anuncio de la liberación de los diez presos políticos en Cuba y la promesa de que otros 42 saldrán de la cárcel en los próximos dos o tres meses, resulta insuficiente para facilitar a corto plazo una mejora de las relaciones con EE.UU., que exige un comportamiento más claro de parte del régimen en el respeto de los derechos humanos para levantar el embargo económico vigente sobre la isla. La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, interpretó la decisión del Gobierno cubano como “un signo positivo”, pero advirtió que ello debía haberse producido hace mucho tiempo y no quiso especular sobre las consecuencias que puede tener en las relaciones bilaterales.