Los rivales de la Selección saben que si contienen a Lionel Messi tendrán anulada buena parte de la capacidad de ataque del equipo nacional, aunque la tarea no sea nada fácil.

Ya lo intentaron Nigeria, Corea del Sur y Grecia en la fase de grupos, tanto como México en los octavos de final, con un solo método: la falta.

Grecia fue el equipo que menos pruritos tuvo a la hora de intentar detener al mejor jugador del mundo. El técnico Otto Rehaggel dispuso una marca personal por intermedio Sokratis Papastathopoulos que no dio respiro al rosarino, al punto de anularlo a patadas.

Esa situación quedó evidenciada cuando el defensor fue sustituido y allí Messi desplegó su mejor juego y provocó con un movimiento que lo caracteriza el gol de Martín Palermo que definió el partido.

Hasta el momento y pese a las advertencias de la FIFA para prestigiar el juego limpio, los árbitros han dejado pegar más de lo debido.

Los números oficiales del organismo que rige al fútbol mundial tiene a Lionel Messi en el tope de jugadores que más faltas ha recibido, con 15.

Lejos está el uruguayo Luis Suárez, su principal perseguidor, con 13 faltas sufridas, mientras que más atrás aparecen su compatriota Diego Pérez, con 10 y luego Kaká, Cristiano Ronaldo, David Villa y Wesley Sneijder, con apenas 7.

El técnico argentino, Diego Maradona, en tanto, se encarga de hacer públicas sus quejas al respecto en cada contacto que tiene con la prensa: "A Messi no lo dejan jugar y el árbitro no dice absolutamente nada", refirió el entrenador tras el último partido frente a México.

"Hoy la figura de la cancha fue la advertencia, ¿qué es la advertencia?, ¿con qué número juega?. Cada vez que agarra la pelota le van a las piernas, le apuntan a la derecha o a la izquierda y no miran ni a la pelota, seamos claros, dejemos jugar al fútbol porque lo de Messi es escandaloso", agregó notablemente ofuscado.

Así las cosas, Lionel Messi es, de la Selección argentina, el jugador que más faltas recibe tras cada partido según las estadísticas de la FIFA que, paralelamente, entrega un discurso de juego limpio que le cuesta hacer cumplir.