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Crimen de Urbina: no creen en sicarios

Crimen de Urbina: no creen en sicarios
17/06/2010 |  A 50 días del homicidio del médico correntino, la investigación despeja la idea de que lo mataron por encargo y se aferra a la de un robo que se frustró.
 


En las últimas horas, el fiscal de Boulogne, Sergio Szyldergemejm, que investiga el crimen del médico correntino Claudio Urbina, llegó a una conclusión preliminar que no fue una muerte por encargo, despejando la idea de que actuaron sicarios, aferrándose a la hipótesis de un robo que se frustró.
“Las piezas probatorias reunidas en la instrucción nos está indicando que se trató de un intento de robo”, dejaron trascender fuentes cercanas a la investigación ante una consulta de La República.
La imagen captada en la calle por cámaras de video de seguridad, además del testimonio de tres testigos, ayudaron en algo para perfilar la investigación. Sin embargo, la búsqueda del automóvil en el que se desplazaban los agresores hasta el momento no fue ubicado.
“Será difícil hallar el vehículo. La difusión masiva por los medios de la imagen de los momentos previos y luego del ataque, provocó indudablemente que los delincuentes hagan desaparecer el rodado que, en caso de ser secuestrado, podría haber aportado elementos interesantes a la causa”, dijeron la fuente.

El ataque
El neurocirujano Claudio Urbina (39) fue fusilado alrededor de la 1 de la madrugada del miércoles 28 de abril pasado, en la puerta del garaje de su casa de Boulogne.
Fue un solo y certero disparo por la espalda con un fusil FAL. Dos hombres se acercaron cuando guardaba el auto y uno de ellos empuñaba el arma.

Primeras sospechas
Tras el asesinato, las primeras sospechas se orientaron a un mexicano, ex pareja de la primera esposa de Urbina y a quien la mujer había definido como “violento”.
Todo parecía inclinarse hacia un crimen por encargo, pero desde hace días esa hipótesis se fue desvaneciendo y ahora se estudian otras: un robo, tal vez con inteligencia previa y que salió mal.
Urbina, nacido en Corrientes, donde ejerció sus primeros años la profesión, se trasladó a Buenos Aires, donde trabajaba en el Instituto Fleming y en el Hospital Evita de Lanús.
El ataque ocurrió en la casa en la que Urbina vivía junto a su segunda esposa. Su primera mujer fue la psiquiatra correntina Gladys Polich, de quien se separó hace casi 20 años.
Hace poco tiempo, Polich rehizo su vida y formó pareja con el mexicano David Galicia Caracas. De esa unión nació una nena que actualmente tiene 5 años. No vivían juntos. Si embargo, quisieron ensayar la convivencia y ella se trasladó a México a principios de 2010. Polich reveló a la prensa que David era agresivo y pidió ayuda a su ex marido, Claudio Urbina, para regresar a la Argentina, y así lo hizo.
La idea de que un furioso Galicia Caracas había mandado a matar al neurocirujano cobró fuerza al principio y por denuncia pública de Polich, que además reveló que Urbina venía recibiendo mensajes amenazantes a su teléfono. Pero el mexicano vino a la Argentina, se puso a disposición de la Justicia y las sospechas nunca pasaron de eso. El fiscal de Boulogne que investiga el caso, Sergio Szyldergemejn, ni siquiera lo llamó a declarar como testigo. “No entendemos por qué se lo quiso involucrar a Galicia Caracas. Los atacantes eran personas sin profesionalismo y es muy raro que los sicarios sean inexpertos. Está claro que tal vez se quiso cubrir el tema para no verlo como parte de la problemática de inseguridad, pero Galicia Caracas se presentó a la Justica y lo único que quiere en este país es solucionar la tenencia y ver a su hija”, explicó a Clarín su abogado, Marcelo Biondi.

Dudas
El caso tiene puntos llamativos que hacen dudar sobre un ataque de un sicario contratado: la trayectoria del disparo, la escasa visibilidad que los asesinos tenían sobre la víctima y el hecho de que el médico fuera alcanzado por el balazo porque se recostó sobre el asiento del acompañante de su auto.
“El sentido común dice que si lo hubiesen querido matar, le disparaban al corazón o a la cabeza y se aseguraban el resultado antes de escapar. Además, los sicarios no andan con un fusil encima, un arma que pesa más de tres kilos. Tampoco bajan de a dos. Estas cosas son ya de por sí extrañas y nos da para pensar en un robo o en que fueron a buscar algo que no encontraron”, dijo Biondi.